“El mundo está lleno de mujeres embarazadas. Hubo y habrá muchísimas más. Sin embargo, cuando la panza es nuestra, otra es la historia, una historia única como cada una de nosotras" De pronto se opera paulatinamente en nuestro cuerpo una metamorfosis, no por habitual menos impresionante que la de Kafka. Antes de que nosotras mismas nos enteremos de la noticia, nos pasan un montón de cosas; sabemos -sin saber- que algo no funciona como hasta entonces.
Nos descubrimos tragando con dificultad, o con cara de asco ante determinados alimentos; nos sorprende el calor de nuestros pechos, o la sensibilidad inusual de los pezones; nos mareamos cuando nos levantamos de golpe; o nos dormimos en el colectivo... El cuerpo está trabajando a full y nos cansamos mucho; recorremos con los ojos cerrados el trayecto hasta el baño en la madrugada, nos falta el aire.
Nuestro olfato se agudiza; podemos distinguir los condimentos de un guiso que está haciendo el vecino, aborrecer el dentífrico que usábamos hace años o adivinar la marca de desodorante de una persona que se detuvo un instante a preguntarnos la hora. El cigarrillo suele dejar de interesarnos, aún cuando hemos sido acérrimas fumadoras.
Si después de percibir uno o más de estos síntomas no corremos a comprarnos el test... es porque teníamos uno en casa. Baño, recipiente, una muestra de orina y, seguramente, dos rayitas rosadas... Felicitaciones!!! Desde el preciso instante en que aquel espermatozoide entró en nuestro óvulo y lo diferenció de los otros para siempre, ya nada volverá a ser lo mismo...
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Ahora comenzamos a entender lo que nos pasaba; él causante de tanto alboroto interior, dentro de aproximadamente ocho meses estará durmiendo a nuestro lado. Pero ocho meses son ocho meses, y van a pasar muchas cosas más...
Del desarrollo fetal y sus diferentes etapas no vamos a hablar porque abundan materiales sobre el tema, con fotos deslumbrantes e increíbles. Vamos a hablar de la mujer, de sus cambios, sus emociones contradictorias y sus cavilaciones; de sus noches durmiendo despierta, sus expectativas y sus miedos; de su espera, que no siempre resulta tan dulce...
Ya nada volverá· a ser lo mismo, dijimos, y nada más cierto que eso. Tendremos que acostumbrarnos a otros ritmos, otros pasos, otro cuerpo; a otras posiciones para dormir, para atarnos los cordones, para subir y bajar del auto o para hacer el amor. Por más flacas que seamos, vamos a redondearnos, a ensancharnos, a sentirnos más pesadas mes a mes, hasta parecernos más a un hipopótamo que a una garza.
Nuestra imagen corporal interna no cambiará tan rápido, por lo que nos sorprenderá el volumen de nuestro talle y, más de una vez, querremos ponernos ropa que ya no nos cierra sin poder creerlo. Tendremos más hambre, volveremos a servirnos leches y haremos otra tanda de tostadas. A media mañana estaremos otra vez famélicas, y abriremos la heladera desconcertadas, miles de veces. Poco a poco nos transformaremoAmaremos a nuestra pareja por "llenarnos" con ese fruto que nos hace capaces de dar vida, o la odiaremos por producirnos náuseas, fatiga o hemorroides... s. A veces el espejo nos devolverá una imagen maravillosa, pero otras no sabremos quién es esa gordita que se parece a nosotras. Nunca volveremos a ser tan incoherentes (salvo que volvamos a estar embarazadas).
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"No puedo, estoy embarazada" |
Si nuestro temperamento nos lo permite, aprovecharemos la situación para manejar a los otros, para hacernos servir y movernos menos que nunca. Por el contrario, si siempre hemos sido activas u omnipotentes, nos desgastaremos en el intento de no aceptar ayuda y demostrarles a los otros que "estar grávida" no es estar enferma.
Entonces probablemente hagamos más cosas que nunca, pongamos cortinas, pintemos el cuarto del futuro bebé, trabajemos diez horas diarias o vayamos caminando a Luján. Hay que reconocer que ninguno de los dos extremos es necesario. Cuando se está embarazada no hace falta permanecer en reposo absoluto sin prescripción médica, ni tampoco hacer como si nada y comenzar a practicar alpinismo o anotarse en el Triatlón como un absurdo desafío personal.
El bebé está ahí y merece respeto. Animarse a vivirlo Vale la pena atravesar el embarazo, paso a paso, sin desperdiciar nada. Las emociones que irán cambiando, el cuerpo, la relación con los otros, que aunque sin conocernos nos cruzan por la calle y nos tocan la pancita... Todo es nuevo. De pronto nos sentimos cuidadas por muchas personas que están a nuestro alrededornos acompañan paso a paso, en las novedades ("Parece que tiene pitito"), en los miedos ("Hoy tuve una manchita de sangre en mi ropa..."), en la ansiedad ("Faltan dos meses y todavía no se dio vuelta..."). Para muchas mujeres, más de las que uno imagina, el período del embarazo no es agradable. Lo padecen con toda la connotación de la palabra, lo viven como una carga, sufren porque se sienten feas. Como dijo un día una mamá en un grupo de Post-Parto de los que habitualmente coordino: "Todo el tiempo pensaba que mi marido salía con otras mujeres, ¿cómo le iba a gustar yo, que me sentía gorda como una vaca?"
Esta mujer de 23 años había aumentado en el embarazo sólo 9 kilos, y estaba esperando mellizos, o sea que objetivamente era un buen peso; pero ella se veía en una escala particular que, comparándose con otras, la llevaba a desvalorizarse. Muchas mujeres se "enganchan" con los aspectos particularmente problemáticos del embarazo, como el peso, las varices, entre otros. Dejan de lado -sin querer, por supuesto- todo lo positivo que éste puede tener, como atraer nuevas miradas, vivir la expectativa de un ser que se está gestando en nosotras, etc.
Verdad es que no todas podemos sentir lo mismo, y que cada embarazo está relacionado con diversos factores que lo hacen particular y único, aún cuando se trate de distintos embarazos en la misma mujer. Llegar a buen puerto De una u otra forma, la idea es conseguir el objetivo buscado, el hijo es lo que cuenta. Muchas mujeres han dicho alguna vez "Yo ni loca haría tantas cosas para llegar a término con un embarazo", ya en el baile, ni lo dudan. Lo que se quiere es ése hijo, y no importa lo que cueste. Cuando no hay complicaciones todo es más fácil, pero nunca es del todo sencillo. Un embarazo es un momento especial donde el cuerpo y el psiquismo están sometidos a cambios constantes de todo tipo, y ésto no es poco.
Lo importante es, sea cual sea la circunstancia que rodea a la espera, ponerse unos anteojos del color que más nos guste, para mirar cada momento con optimismo, y llegar con una sonrisa al puerto donde nos encontraremos con ese nuevo gran amor: el hijo.
Texto extraido del libro "La Aventura de Ser Mamá" (Editorial Nuevo Extremo). |
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