Estar embarazada es estar habitada, es prestarle el cuerpo a otro que es una pero es otro, es entregarse a ese crecimiento en un tiempo acotado pero también eterno porque sus huellas lo transforman para siempre.
Estar embarazada es dejarse atravesar por el misterio inalcanzable de la vida, es inundarse de irracionalidad salvaje, como la vida misma que afirmándose en vos te premia haciéndote formar parte del vértigo de la naturaleza.
Estar embarazada es formar parte del origen de todo porque esas células representan y son todo para una que es una con el todo.
Estar embarazada es vivir a flor de piel, es sentir más y más y más, hasta el fondo.
Es dejarse llevar, es perder el control, es vivir en una cápsula de amor, es saberse casa, cueva, escondite.
Estar embarazada es recibir, alojar, festejar cada milimetro del cuerpo que se estira sin parar hasta que no da más.
Es perderse, encontrarse y volverse a perder en una misma mil veces y siempre más de lo que hubiese imaginado.
Es ser absolutamente privilegiada. Es ir por el mundo respirando creación.
Es sentir una luz adentro permanentemente prendida.
Es que se haga realidad el juego de cuando era chiquita y lo que más quería era ser mamá y que mi bebote de plástico saliera de adentro mio, respirara, usara chupete, fuera suavecito y con pelito de verdad.
Es un estado de vulnerabilidad indescriptible para el que no alcanzan las palabras.
Estar embarazada es dejarse atravesar por el misterio inalcanzable de la vida, es inundarse de irracionalidad salvaje, como la vida misma que afirmándose en vos te premia haciéndote formar parte del vértigo de la naturaleza.
Estar embarazada es formar parte del origen de todo porque esas células representan y son todo para una que es una con el todo.
Estar embarazada es vivir a flor de piel, es sentir más y más y más, hasta el fondo.
Es dejarse llevar, es perder el control, es vivir en una cápsula de amor, es saberse casa, cueva, escondite.
Estar embarazada es recibir, alojar, festejar cada milimetro del cuerpo que se estira sin parar hasta que no da más.
Es perderse, encontrarse y volverse a perder en una misma mil veces y siempre más de lo que hubiese imaginado.
Es ser absolutamente privilegiada. Es ir por el mundo respirando creación.
Es sentir una luz adentro permanentemente prendida.
Es que se haga realidad el juego de cuando era chiquita y lo que más quería era ser mamá y que mi bebote de plástico saliera de adentro mio, respirara, usara chupete, fuera suavecito y con pelito de verdad.
Es un estado de vulnerabilidad indescriptible para el que no alcanzan las palabras.
( del blog expansionpersonal.blogspot.com)
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