"Y es cierto, cuando tienes un hijo tu propia vida deja de ser tan importante, darías la vida por tu niño y a la vez quieres vivir muchos años para estar a su lado cuando te necesite. Tus sueños ya no son la prioridad. Tu trabajo, que antes podía ser el centro de tus pensamientos, siempre estará en un segundo plano y tu corazón ansiará ir a ver a tu pequeño estés donde estés.
Cuando veas una desgracia, sepas de una guerra, un accidente o un incendio, te angustiarás pensando en que podría haber pasado a tu hijo. Las imágenes de niños enfermos y hambrientos te estremecen de pena y de temor, por ellos y por si algo parecido pudiera pasarle a tu pequeño.
Es cierto, el miedo a perderlo nunca te abandona del todo. Pero es que el amor es tan inmenso que es inevitable, te has convertido en una leona que cuida de su cachorro, en una hembra antigua, protectora y valiente. Ser madre te da mucha fuerza.
Tu perspectiva del mundo cambia, lo que era importante pasa a ser secundario. El dinero, el trabajo, la belleza, el éxito, el sexo, todo cede importancia ante algo muy potente y antiguo, tan potente y tan antiguo como la vida.
Si. Es verdad.Cuando eres madre ya nada es igual que antes. Y nunca te arrepentirás por ello: has descubierto el mayor amor que se puede sentir." Mireia Long
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