Es una edad encantadora que da lugar a sensaciones nuevas. El dominio de su mundo inmediato provoca en el niño la necesidad de descubrir y aprender cosas nuevas. Pero, todavía hay actitudes en su personalidad que faltan encaminar. Y este es el momento para detenerse a observar y revisar como padres, la manera de ayudarlos.
Aprender a expresar la emoción
Los caprichos
La agresividad es una emoción novedosa en esta etapa, que no sólo se manifiesta en los juegos sino que también se expone a través de temores nocturnos y reacciones desmesuradas en su conducta.
Frente a reacciones desmesuradas, es importante distinguir una pataleta de un reclamo afectivo. Si es sólo un capricho, los padres deben sostener su postura frente a la actitud, buscando encaminarla en lugar de desbordarlos. Es importante dejar que el niño aprenda a lidiar con su berrinche. Si no está receptivo, el consejo es dialogar con él una vez que la reacción haya pasado. Si no, la comunicación será frustrada y todos quedarán enojados y decepcionados.
Si el capricho es un reclamo afectivo, los padres deben ayudarlos poniendo en palabras lo que creen que el hijo siente y observar si afloja la ansiedad. ¿Cambia el tono de vos? ¿Deja de llorar y patalear?
Como padres, es importante no exagerar las reacciones desmesuradas de sus hijos, pero tampoco serles indiferente. Hay que entender que ellos no manejan cabalmente su reacción y eso es lo que tienen que aprender a controlar.
Compartir hábitos familiares
Comer juntos
En cuanto a las costumbres en su alimentación, es importante ir reemplazando los hábitos de bebé y comenzar a integrarlo a las comidas familiares. Además de alimentarse bien, ellos necesitan compartir tiempo con los padres, y debido a los horarios tan ajustados de los adultos, las comidas suelen ser un buen momento para disfrutar en familia. A esta edad, los niños son muy entusiastas en participar de las cosas de la casa y si funcionan como equipo, mejor. Poner la mesa y luego ordenar todos los utensilios juntos, no sólo puede transformarse en una actividad entretenida para ellos, sino también en fomentar la solidaridad.
Las identificaciones
Igual a mamá
A los tres años, los niños aprenden a través de la identificación. Ellos observan y experimentan las actitudes de los mayores que los rodean: padre, madre, maestros, personas a cargo del cuidado, entre otros. Es por eso, que la oportunidad de educación que nos brinda esta edad es dar un buen ejemplo desde aquellas pequeñas actitudes de la vida cotidiana, como los modales en la mesa, el vocabulario empleado y el trato con los demás. Con estas identificaciones los chicos van moldeando su carácter.
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