martes, 31 de enero de 2012

DECLARACIÓN SOBRE EL LLANTO DE LOS BEBES

"Cuando un recién nacido aprende en una sala de nido que es inútil gritar... está sufriendo su primera experiencia de sumisión". (Michel Odent)


Hombres y mujeres, científicas y profesionales que trabajamos en distintos campos de la vida y del conocimiento, madres y padres preocupados por el mundo en el que nuestros hijos e hijas van a crecer, hemos creído necesario hacer la siguiente declaración: 

Es cierto que es frecuente que los bebés de nuestra sociedad Occidental lloren, pero no es cierto que 'sea normal'. 
Los bebés lloran siempre por algo que les produce malestar: sueño, miedo, hambre, o el más frecuente, y que suele ser causa de los anteriores, la falta del contacto físico con su madre u otras personas del entorno afectivo. 

El llanto es un mecanismo que los bebés tienen para hacernos llegar su sensación de malestar, sea cual sea la razón del mismo; en sus expectativas, en su continuo filogenético no está previsto que ese llanto no sea atendido, pues no tienen otro medio de avisar sobre el malestar que sienten ni pueden por sí mismos tomar las medidas para solventarlo.
El cuerpo del bebé recién nacido está diseñado para tener en el regazo materno todo cuanto necesita, para sobrevivir y para sentirse bien: alimento, calor, apego; por esta razón no tiene noción de la espera, ya que estando en el lugar que le corresponde, tiene a su alcance todo cuanto necesita; el bebé criado en el cuerpo a cuerpo con la madre desconoce la sensación de necesidad, de hambre, de frío, de soledad, y no llora nunca.Como dice la norteamericana Jean Liedloff, en su obra The Continuum Concept (El Concepto de Continuum), el lugar del bebé no es la cuna ni la sillita ni el cochecito, sino el regazo humano. Esto es cierto durante el primer año de vida; y los dos primeros meses de forma casi exclusiva (por eso la antigua famosa 'cuarentena' de las recién paridas); luego, los regazos de otros cuerpos del entorno pueden ser sustitutivos algunos ratos. El propio desarrollo del bebé indica el fin del periodo simbiótico: cuando se termina la osificación y el bebé empieza a andar: entonces empieza poco a poco a hacerse autónomo y a deshacerse el estado simbiótico.

La verdad es obvia, sencilla y evidente.
El bebé lactante toma la leche idónea para su sistema digestivo y además puede regular su composición con la duración de las tetadas, con lo cual el bebé criado en el regazo de la madre no suele tener problemas digestivos. 

Cuando la criatura llora y no se le atiende, llora con más y más desesperación porque está sufriendo. Hay psicólogos que aseguran que cuando se deja sin atender el llanto de un bebé más de tres minutos, algo profundo se quiebra en la integridad de la criatura, así como la confianza en su entorno. 

Las madres y los padres, aunque nos han educado en la creencia de que 'es normal que los niños lloren' y que 'hay que dejarles llorar para que se acostumbren', y por ello estamos especialmente insensibilizadas para que su llanto no nos afecte, a veces no somos capaces de tolerarlo. Como es natural si estamos un poco cerca de ellos, sentimos su sufrimiento y lo sentimos como un sufrimiento propio. Se nos revuelven las entrañas y no podemos consentir su dolor. No estamos del todo deshumanizadas. Por eso los métodos conductistas proponen ir poco a poco, para cada día aguantar un poquito más ese sufrimiento mutuo. Esto tiene un nombre común, que es la ‘administración de la tortura', pues es una verdadera tortura la que infligimos a los bebés cuando hacemos esto, y nos infligimos a nosotras mismas, por mucho que se disfrace de norma pedagógica o pediátrica. 

Varios científicos estadounidenses y canadiense (biólogos, neurólogos, psiquiatras, etc.), en la década de los noventa, realizaron diferentes investigaciones de gran importancia en relación a la etapa primal de la vida humana; demostraron que el roce piel con piel, cuerpo a cuerpo, del bebé con su madre y demás allegados, produce unos moduladores químicos necesarios para la formación de las neuronas y del sistema inmunológico; en fin, que la carencia de afecto corporal trastorna el desarrollo normal de las criaturas humanas. Por eso los bebés, cuando se les deja dormir sol@sen sus cunas, lloran reclamando lo que su naturaleza sabe que les pertenece. 

En Occidente se ha creado en los últimos 50 años una cultura y unos hábitos, impulsados por las multinacionales del sector, que elimina este cuerpo a cuerpo de la madre con la criatura y deshumaniza la crianza: al sustituir la piel por el plástico y la leche humana por la leche artificial, se separa más y más a la criatura de su madre. Incluso se han fabricado modelos de walkyes talkys especiales para escuchar al bebé desde habitaciones alejadas de la suya. El desarrollo industrial y tecnológico no se ha puesto al servicio de las pequeñas criaturas humanas, llegando la robotización de las funciones maternas a extremos insospechados. 

Simultáneamente a esta cultura de la crianza de los bebés, se medicaliza cada vez más la maternidad de las mujeres; lo que tendría que ser una etapa gozosa de nuestra vida sexual, se convierte en una penosa enfermedad. Entregadas a los protocolos médicos, las mujeres adormecemos la sensibilidad y el contacto con nuestros cuerpos, y nos perdemos una parte de nuestra sexualidad: el placer de la gestación, del parto y de la exterogestación, lactancia incluida. Paralelamente las mujeres hemos accedido a un mundo laboral y profesional masculino, hecho por los hombres y para los hombres, y que por tanto excluye la maternidad; por eso la maternidad en la sociedad industrializada ha quedado encerrada en el ámbito privado y doméstico. Sin embargo, durante milenios la mujer ha realizado sus tareas y sus actividades con sus criaturas colgadas de sus cuerpos, como todavía sucede en las sociedades no occidentalizadas. La imagen de la mujer con su criatura tiene que volver a los escenarios públicos, laborales y profesionales, so pena de destruir el futuro del desarrollo humano. 

A corto plazo parece que el modelo de crianza robotizado no es dañino, que no pasa nada, que las criaturas sobreviven; pero científicos como Michel Odent , apoyándose en diversos estudios epidemiológicos, han demostrado la relación directa entre diferentes aspectos de esta robotización y enfermedades que sobrevienen en la edad adulta. Por otro lado, la violencia creciente en todos los ámbitos tanto públicos como privados, como han demostrado los estudios de la psicóloga suizo-alemana Alice Miller (1980) y del neurofisiólogo estadounidense James W. Prescott (1975), por citar sólo dos nombres, también procede del mal trato y de la falta de placer corporal en la etapa primera de la vida humana. También hay estudios que demuestran la correlación entre la adicción a las drogas y los trastornos mentales, con agresiones y abandonos sufridos en la etapa primal. Por eso los bebés lloran cuando les falta lo que se les quita ; ella@s saben lo que necesitan, lo que les correspondería en ese momento de sus vidas. 

Deberíamos sentir un profundo respeto y reconocimiento hacia el llanto de los bebés, y pensar humildemente que no lloran porque sí, o mucho menos, porque son malos. Ellas y ellos nos enseñan lo que estamos haciendo mal. 

También deberíamos reconocer lo que sentimos en nuestras entrañas cuando un bebé llora; porque pueden confundir la mente, pero es más difícil confundir la percepción visceral. El sitio del bebé es nuestro regazo: en esta cuestión, el bebé y nuestras entrañas están de acuerdo, y ambos tienen sus razones. 

No es cierto que el co-lecho (la práctica de que los bebés duerman con sus padres) sea un factor de riesgo para el fenómeno conocido como ‘muerte súbita'. Según The Foundation for the Study of Infant Deaths, la mayoría de los fallecimientos por ‘muerte súbita' se producen en la cuna. Estadísticamente, por lo tanto, es más seguro para el bebé dormir en la cama con su madre y su padre que dormir solo, excepto si éstos son alcohólicos o drogadictos o excesivamente obesos. 

Por todo lo que hemos expuesto, queremos expresar nuestra gran preocupación ante la difusión del método propuesto por el neurólogo E. Estivill en su libro Duérmete Niño (basado a su vez en el método Ferber divulgado en Estados Unidos), para fomentar y ejercitar la tolerancia de las madres y los padres al llanto de sus bebés; se trata de un conductismo especialmente radical y especialmente nocivo teniendo en cuenta que el bebé está aún en una etapa de formación. No es un método para tratar los trastornos del sueño, como a veces se presenta, sino para someter la vida humana en su más temprana edad. Las gravísimas consecuencias de este método, han empezado ya a ponerse de manifiesto. 

Necesitamos una cultura y una ciencia para una crianza acorde con nuestra naturaleza humana, porque no somos robots, sino seres humanos que sentimos y nos estremecemos cuando nos falta el cuerpo a cuerpo con nuestros mayores. Para contribuir a ello, para que tu hijo o tu hija deje de sufrir YA, y si te sientes mal cuando escuchas llorar a tu bebé, hazte caso, cógele en brazos para sentirle y sentir lo que está pidiendo; posiblemente sólo sea eso lo que quiere y necesita, el contacto con tu cuerpo. No se lo niegues.






La muerte cuando esperas vida

Te caes, mi ángel. Vacía queda mi alma.
La vida que esperé desalentada.
Te vas tan pronto, hay leche para ti
y todo mi cariño te aguardaba.
Extiendo un manto de rosas y jazmines,
te arropo en tu viaje por las nubes;
te doy mis besos, te envío mis caricias
en este viento tibio de la tarde.

Siempre estará tu recuerdo.
No olvidaremos tu nombre.
Aquí quedamos los tuyos
con los ojos bien abiertos
y la conciencia más fina
para escuchar tu silencio
y reconocer qué nos quieres decir.

Te doy las gracias por este corto tiempo
tan mágico llevándote conmigo,
por tanta luz como has dejado en mi.
Yo sé que continuas tu camino
Extiendo un manto...

Siempre estará tu recuerdo.
No olvidaremos tu nombre.
Aquí quedamos los tuyos
con los ojos bien abiertos
y la conciencia más fina
para escuchar tu silencio
y reconocer qué nos quieres decir:

Quizá, que amémos la vida como es,
con todo el entusiasmo y la alegría.



Letra: Rosa Zaragoza 





Sabemos parir...



Siente que el momento llega.
Siente: tus huesos son fuertes.
Siente: estamos ayudando.
Lo divino está contigo.
Siente: el niño está en la puerta.
Vivirá para abrazarte.
Siente: estás en buenas manos
y eres parte de la tierra.
Tienes lo que necesitas,
madre de todos nosotros.



Rosa Zaragoza




Desde el nido interior...


Mama, mama, mama, mama........
Soy tu bebé, mamá.
Estoy dentro de ti.
Se está muy bien aquí.
Sueño contigo.
Sueño tus ojos
mirándome.
Mamá ...
cómo serás y
si me querrás.
Soy tu bebé, mamá.
Y estoy aquí.



Letra: Rosa Zaragoza 




Preparando el nacimiento como mamá-bebé

Mientras el bebé se prepara para nacer, yo me preparo para mi nacimiento como madre... ambos estamos inmersos en una tarea tan íntima, profunda e inconmensurable que se me hace muy difícil traducir en palabras el torrente de emociones en el que estoy inmersa.

Mientras todavía permanecemos unidos en nuestra tarea de iniciación, de viaje, en mí se mezclan la ilusión y inmensa alegría que siento cuando pienso en dar a Luz, con la impaciencia y con profundos miedos que emergen desde mis profundidades, mientras quedan días, horas, para verle la cara al recién nacido, al ser que me ha estado acompañando durante todas estas lunas, al ser que ha habitado mi cuerpo durante todo este tiempo, al hijo...
Me preparo para mi nacimiento como mamá-bebé... y al mismo tiempo que siento la necesidad de abrirme a la entrega total, conecto también con estos miedos que surgen de la oscuridad... miedo a perder la vida que tengo ahora, a perderme a mí misma, a dejar de ser yo... miedo a la muerte por la que necesariamente tengo que pasar en este rito de pasaje tan importante como es el paso a la maternidad.

...Y este miedo, esta muerte, me produce cierto estrés, lo cual me hace retener al bebé dentro de mí unas horas más, unos días más... por favor... ¿qué será de mí ahora? ¿cómo me voy a manejar en esta nueva vida? ¿dónde quedará mi independencia?
Programo actividades que me hagan sentir que sigo siendo activa, que seguiré siendo la misma que soy ahora... y mientras tanto, en el presente que me estoy perdiendo, esta realidad está cambiando, como la espiral de un laberinto en el que el núcleo permanece intacto, en paz con el mundo, en paz con los cambios, en paz con lo que es ahora... un centro que ahora empiezo a vislumbrar...

En esta espiral del alma en la que me encuentro existe una necesidad de evadirme, de reafirmar mi individualidad, mi independencia... de que mi yo no se escape... de que no se pierda en este sinuoso laberinto del alma en el que estoy penetrando... un laberinto donde me reencontraré una vez más conmigo misma, y donde el arquetipo de la Madre me espera, quieta, generosa, apacible y paciente en el centro del laberinto, para regresar a la vida más fuerte, más amorosa, más entregada a mi nueva realidad... con un nuevo compañero de viaje, un nuevo amor, un Hijo...

Del blog: El rumor de las libélulas




miércoles, 18 de enero de 2012

Lo que los bebés aprenden antes de nacer

Por Annie Murphy Paul para CNN
(CNN) – ¿Cuándo empieza el aprendizaje? Como explico en la charla que di en TED, el aprendizaje empieza mucho antes de lo que muchos de nosotros nos hubiéramos imaginado: en el vientre.
Me sorprendí como cualquiera cuando supe eso por primera vez. Escribo sobre ciencia, y mi trabajo es buscar en las turbias profundidades de las publicaciones académicas, indagando algo nuevo y atractivo, una idea brillante que llame mi atención.
Desde hace unos años, empecé a notar una deslumbrante variedad de hallazgos sobre el periodo prenatal. Esos descubrimientos estaban generando considerable emoción entre científicos, incluso si revertían creencias establecidas sobre el momento en que empezamos a absorber y a responder a la información en nuestro entorno. Como periodista de ciencia, y como madre, tenía que saber más.
Esta investigación, descubrí, es parte de un floreciente campo conocido como “orígenes fetales” y está volviendo al embarazo en algo que nunca había sido: una frontera científica. La obstetricia fue en algún momento una especialidad médica dormida, y la investigación sobre el embarazo era campo quieto. Ahora, los nueve meses de gestación son el centro de intensos interés y emoción, son el tema de un número creciente de artículos, libros y conferencias.
El resultado es esto: mucho con lo que una mujer embarazada se encuentra en su vida diaria –el aire que respira, la comida y las bebidas que consume, los químicos a los que está expuesta, incluso las emociones que siente- es compartido de alguna forma con su feto. Esas cosas forman  una mezcla de influencias tan individuales e idiosincráticas como la misma mujer. El feto asume esas contribuciones maternas como información, o lo que me gusta llamar postales biológicas del mundo exterior.
Al atender esos mensajes, el feto aprende a responder preguntas cruciales para su supervivencia: ¿Nacerá en un mundo de abundancia o de escasez? ¿Estará seguro y protegido, o enfrentará constantes peligros y amenazas? ¿Tendrá una vida larga y fructífera o una corta y hostil?
La dieta y el nivel de estrés de la mujer embarazada proveerán pistas importantes sobre las condiciones que lo rodean, son un dedo levantado al viento. Los cambios resultantes en el cerebro del feto y otros órganos son parte de lo que les da a los humanos su enorme flexibilidad, su habilidad de prosperar en ambientes tan variados como la fría tundra en Siberia y los pastizales en la sabana en África.
El reconocimiento de que el aprendizaje en realidad empieza antes del nacimiento nos lleva a una nueva e impactante concepción del feto, de la mujer embarazada y de la relación entre ambos.
El feto, sabemos ahora, no es una mancha inerte, sino una criatura activa y dinámica, respondiendo y adaptándose mediante se prepara para la vida en el mundo particular al cual entrará. La madre no es una incubadora pasiva y tampoco es una fuente de daño inminente para su feto, sino una poderosa y con frecuencia positiva influencia sobre su hijo antes de que nazca. Y el embarazo no es una espera de nueve meses del gran hecho del nacimiento, sino un periodo crucial en sí mismo, “un periodo de montaje o puesta en escena para el bienestar y las enfermedades posteriores en la vida”, como lo dice un científico.
Este periodo crucial se ha vuelto un prometedor nuevo objetivo en la prevención y aumenta las esperanzas de superar los flagelos de la salud pública como la obesidad y los problemas del corazón mediante intervención antes del nacimiento. Al “enseñar” a los fetos las lecciones apropiadas mientras están en el útero, potencialmente podemos terminar con los vicios cíclicos de pobreza, debilidad y enfermedad e iniciar ciclos virtuosos de salud, fortaleza y estabilidad.
¿Así que cómo una mujer embarazada puede comunicar a su feto lo que necesita saber?
Si estás embarazada, come pescado –como sugieren los científicos- pero asegúrate que sea del tipo bajo en mercurio: los ácidos grados omega tres en la comida de mar están asociados con mayor inteligencia verbal y mejores habilidades sociales en los niños. Haz ejercicio: investigaciones sugieren que los fetos se benefician de la actividad física de su madre. Protégete de las toxinas y de los contaminantes, que están relacionados con defectos de nacimiento y menor coeficiente intelectual.
No te preocupes mucho por el estrés: las investigaciones muestran que un estrés moderado durante el embarazo está asociado son desarrollo cerebral acelerado del bebé. Busca ayuda si piensas que puedes estar sufriendo de depresión: los bebés de mujeres depresivas son más propensos a nacer antes y tener poco peso al nacer, y pueden ser más irritables y tener más problemas para dormir. Y –este es mi consejo favorito- come chocolate: está asociado con menor riesgo de sufrir de una condición de alta presión arterial conocida como preeclampsia.
Cuando sostenemos a nuestros bebés por primera vez, los imaginamos limpios y nuevos, sin marcas de vida, pero de hecho ellos ya han sido formados por el mundo y por nosotras. Es mi privilegio compartir con la audiencia de TED las buenas noticias sobre cómo podemos enseñarles a nuestros hijos desde el principio.




Soy madre... y ahora qué hago?

Ser madre es maravilloso... y a veces duele... también. 
Cuando una es madre primeriza el alma que se abre a otra alma tanto y tanto que a veces duele. Duele el "yo" que se resiste a cambiar, duele nuestro egoísmo porque su tiempo se acaba... duele la rigidez que se quiebra, porque gracias a ellos, a los hijos, nos convertimos en junco. 
Duele nuestra mezquindad, que nos quiere hacer creer que podemos criar a nuestros hijos a nuestra imagen y semejanza... 
Le duele a nuestra independencia, pues el compromiso sagrado que hemos adquirido de cuidar a otro ser y amarlo incondicionalmente requiere de nosotros total aceptación amor incondicional, y esa es una fuerza que arrasa con todo lo viejo, duro, rígido y estancado que hay en nosotros. 
Elegir la maternidad consciente es elegir despertar de nuevo a nuestra niña interior, es entrega y aceptación, una y otra vez, hasta que todas nuestras estructuras rígidas se hayan derribado, hasta que el soplo divino nos haga bailar como juncos, hasta que la energía de la Madre nos haya transformado tanto y tanto que podamos fluir con la vida como lo hace el agua en el río, sin resistencias, clara, pura y transparente...


Del blog: El rumor de las libélulas



Tener un solo hijo

La decision de tener uno o varios hijos depende de muchos factores, familiares, económicos, organizativos y también emocionales. A veces se tiene un solo hijo si, por el motivo que sea no se pueden tener más, pero otras es una decisión consciente y meditada, una manera de ver la maternidad y la vida.
Hay quien decide tener un solo hijo porque fue hijo único y disfrútó de esa situación. En otros casos haber tenido hermanos no ha supuesto una vivencia que consideremos indispensable en nuestra vida y que nuestro propio hijo no tenga hermanos lo podemos ver como una ventaja o como algo indiferente.
Al fin y al cabo los hermanos tienen sus cosas buenas y malas, incluso si son estupendas personas y fueron buenos compañeros de juego y vida. Hay peleas, aunque también hay amor; hay celos aunque también hay aprendizaje de convivencia. Pero todos esto puede también tenerse con grandes amigos cercanos que compartan el día a día, se quieran y se conozcan.
Tener solamente un hijo no es motivo para que nadie nos compadezca o critique, sea por circunstancias que nos obligan a ello o por propia decisión. La relación con un hijo único también tiene ventajas, el niño no compartirá la atención de sus padres con otro hermanito y ellos podrán concentrar su dedicación, atención y recursos a él.
Mi hijo es hijo único y posiblemente siga siéndolo. No se siente solo porque tiene a sus padres y abuelos con gran intensidad y complicidad. Tiene muchos amigos, unos elegidos directamente por él y otros por amistades familiares. Algunos son como hermanos y no tienen su misma edad, desde Pablo que tiene 14 a Dani que tiene 8 o Samuel que tiene 5 son sus hermanos de corazón, aprenden y se cuidan, discuten y se reconcilian, comparten experiencias y juegos con intensidad y a la vez seguros de no ver su posición en el hogar disputada. La vida no los separará y crecerán juntos hasta tener, en la vida adulta, experiencias compartidas y visiones diferentes.
Realmente algunos padres que desean tener un solo hijo se preocupan por si le privan al niño de una parte importante de la vida si no le dan hermanos. Tener un hijo debe ser una decisión consciente y deseada por los padres, no darse para no dejar al mayor solo. Pues los verdaderos hermanos los elegimos en la vida, pueden compartir nuestros genes o ser extraños que se convierten en parte de nuestras almas.
Un hijo único puede ser un niño completo, feliz, lleno de experiencias y rodeado de un grupo humano amplio que le de sostén y refugio. Un solo hijo puede crecer con juegos y compartiendo, aunque, por supuesto, no tener otros niños en casa deberemos tomarlo como una de las facetas de su personalidad que debemos, los padres, atender, ofreciéndole un entorno rico en experiencias humanas.
Mireia Long En Bebés y más


Malas madres. Buenas madres.




No suelo sentirme mala madre  pero, cuando lo hago, es cuando afloran aspectos de mi personalidad que no son precisamente amables y  de forma automática se los “coloco” a mis hijas sin que ellas hayan hecho nada especialmente grave para merecer, por ejemplo, mi mal humor, o mi falta de recursos para el manejo de una situación concreta. No creo que ellas tengan que pagar mis tensiones, aunque a veces y a mi pesar, lo hagan. Y tampoco creo que tengan que pagar mis limitaciones, aunque a veces y de forma obviamente natural, lo hagan. 

Aunque no me gusta, tampoco me supone un problema sentirme mala madre, porque de sobra sé que nadie “es” o “no es” nada que se sienta en un momento dado. Al igual que sucede con un niño cuando “hace algo mal” y ello no implica que el niño “sea malo”, las madres y los padres erramos a menudo y eso no extiende automáticamente la maldad  al ejercicio de todas nuestras funciones parentales.

Sentirme “mala madre”, de hecho,  me ayuda enormemente porque ese sentimiento me catapulta directamente a un periodo de reflexión (que puede durar desde unos minutos a unos días) en el que lo primero que hago es  detenerme a mi misma y por supuesto a mis conductas, revisar mis estilos educativos  en ese momento  y recolocarme en el sitio donde creo que una mamá competente debe estar.  Sentir que lo he hecho mal me pone a menudo en mi lugar, me ayuda. 

En cualquier caso, la bondad de una madre y un padre, a mi entender, no aluden a la bondad o maldad de su persona sino, más bien, a un adecuado y “bondadoso” ejercicio de sus funciones. E incluso, más que al ejercicio de lo directamente observable (dar teta o no darla, llevar al niño atado en el carro o pegado al cuerpo en un fular, dormir con él o llevarle a la cuna y un largo etcétera de opciones aparentemente incompatibles unas con otras, pero en realidad muy relativas) , yo me referiría a la bondad  materna y paterna como una serie de actitudes fundamentales ante la crianza de los hijos, entre las cuales destaco sobre todas las demás el respeto por sus necesidades según el momento evolutivo en que se encuentre y la capacidad de criar para la convivencia.

Desgraciadamente, una cosa es amar a nuestros hijos y otra muy distinta es conseguir comportarnos con ellos de forma amorosa. Lo segundo tiene mucho más valor que lo primero y, desde luego, existen muchas madres y padres que aman a sus hijos de verdad pero que son incapaces de traducir ese amor en conductas de respeto, empatía, contención y ayuda. De ahí que por el mundo camine tanta gente que no se ha sentido querida, pese a haberlo sido.  Lo segundo tiene también que ver con lo que yo entiendo por ser “buenos padres”.

Por eso, escudarnos en el amor (el que sentimos) a nuestros hijos para justificar conductas parentales inadecuadas o abusivas no es lícito y es posible que aquellas madres que se sienten agredidas cuando alguien cuestiona su metodología lo sienten así porque en algún lugar de su día a día se ha instalado esa incoherencia entre lo que sienten (amor) y la forma en la que están tratando a sus hijos sobre uno (o varios) temas determinados. Ser padres no nos da permiso para todo.

En cualquier caso y al margen de estas consideraciones preliminares, lo cierto es que en el día a día lo que valoramos (y juzgamos) en las demás madres y padres, por lo general,  son sus acciones, por encima de las actitudes que las motivan y por eso las mujeres llevamos años juzgándonos entre nosotras sin piedad: encontrar una “mala madre” ahí fuera nos convierte, automáticamente, en mejores madres a las demás. 

Y así, el “bando de las buenas” y el “bando de las malas” es en realidad una zanja cavada por nosotras mismas, las mujeres, y que yo creo que obedece a la necesidad de exorcizar la madre mala que todas llevamos dentro y aferrarnos desesperadamente a una buena imagen de nosotras mismas.  De hecho, todas, unas y otras, de ser preguntadas responderíamos, sin dudarlo, que somos de “las buenas”.

Pero la cuestión es que la buena madre, de hecho, no existe. Al igual que no existe su contraria. Y digo no existe porque para el niño no existe, desde el momento en que esa madre una veces da y otras niega, está muy cerca y a veces muy lejos, a veces plena y otras vacía, muchas veces competente y otras tantas incapaz. Mamá, de ser algo, a veces es buena y otras es mala. 

Así que no tiene mucho sentido el empeño que tenemos las mujeres en posicionarnos en el “buen bando” y atrincherarnos en él interpretando todo lo de afuera como un ataque. Porque la pregunta es: ¿de qué nos estamos defendiendo en realidad? ¿qué nos agrede? Para mi la respuesta podría ser que nos defendemos de tener que cuestionar nuestras propias y arraigadas actitudes y que nos agrede la constatación de nuestras propias inseguridades y limitaciones.

De ahí la importancia de ser capaces de dejar a un lado nuestra orgullosa bandera de “buena madre” (a la cual nos aferramos con orgullo como si fuera un tesoro que alguien nos quisiera arrebatar cada vez que duda) y preguntarnos de vez en cuando si no nos estaremos equivocando en algo.

Porque perseguir una bandera que no nos incluya a todas, nos aleja del propósito más noble que tenemos entre manos, que es ayudarnos a crecer unas a otras y apoyarnos en lo que podamos para ser las mejores malas madres para nuestros hijos.


 Violeta Alcocer.
Ilustración: Mónica Calvo.




Sólo vos mi niño...


Estirá tus brazos, regalá infancia,
construí el camino, sembrando ilusión.
Pintá con ternura los momentos difíciles,
hacé de este mundo un océano de Amor.
Derrochá fantasía, sueños y perdón,
en cada lugarcito donde no esté el sol.
Cambiá las peleas por sonrisas sinceras,
abriendo espacios que no tengan fronteras.
Llená de dulzura los corazones vacíos,
devolviendo a todos esperanza e ilusión.
Sólo vos mi niño, sólo vos mi amor.
Podrás tantas cosas, con sólo ser quien sos.
(Autor C. Sabatini)




Si amas a tu hijo



Si amas a tu hijo
Contéstale, no lo informes.
Protégelo, no lo cubras.
Ayúdalo, no lo reemplaces.
Abrígalo, no lo tapes.
Ámalo, no lo idolatres.
Acompáñalo, no lo lleves.
Muéstrale el peligro, no lo atemorices.
Incorpóralo, no lo aísles.
Aliéntalo en sus esperanzas, no lo desencantes.
No le exijas ser el mejor,
pídele ser bueno y dale tu ejemplo.
No le prodigues amor, rodéalo de amor.
No le enseñes a "ser”, sé como tú quieres que él sea.
No le dediques la vida, vivan todos.
Recuerda que tu hijo
no te escucha, te mira.
Y finalmente,
cuando se rompa la jaula del canario,
no compres otra jaula,
enséñale a vivir “sin puerta”
y déjalo volar.




La elección del bebé


¿Alguna vez pensaste, querida Madre,
Mientras sembrabas mis semillas,
mientras inspirabas nueva vida dentro de mí
y observaste cómo crecía lentamente,
en todos tus sueños sobre mí
cuando me planeaste tan bien,
cuando ya no podías esperar a tenerme allí
habitando en tu corazón,
¿alguna vez pensaste que tal vez
yo también estuviera planeándote a ti
y eligiendo por mi propia cuenta
una madre como tú?
¿Una madre de aroma dulce y que
tuviera manos blancas como la nieve,
una criatura tierna y amorosa
que me apaciguara en la noche?
¿alguna vez pensaste, durante todos esos días
que pasaron hasta que llegara la fecha,
que al igual que planeaste una vida para mí,
yo buscaba una vida contigo?
Y ahora, mientras reposo en tus brazos,
me pregunto si sabías,
mientras estabas ocupada dándome vida,
¡que yo te elegí a ti! 

Del libro: Chocolate caliente para el alma de la futura mamá




Quédate conmigo


Cuando entre a la escuela el primer día,
Cuando ame por primera vez…
Cuando ame y no me amen…
Cuando el sol y la música y el brillo
y me olvide de llamarte…
Cuando me muerda el dolor
Y pronuncie tu nombre sin palabras…
Cuando llegue cada uno de mis hijos…
Cuando crezcan y se marchen…
Cuando sea Navidad…
Cuando me rodee mucha gente y esté solo…
Cuando las ausencias vayan pesando más que las presencias…
Y cuando debas irte, mamá,
Burlemos al destino, quédate conmigo
Para siempre, escondida en los pliegues de mi alma.

Autor desconocido.



Qué es un chico?



Los chicos vienen en tamaños, pesos y colores surtidos. Se les encuentra donde quiera, encima, debajo, dentro, trepando, colgando, corriendo, saltando.

Las mamás los adoran, las niñitas los odian, las hermanas y los hermanos mayores los toleran, los adultos los desconocen y el Cielo los protege.


Un chico es la Verdad con cara sucia, la Sabiduría con pelo desgreñado, la Esperanza del futuro con una rana en el bolsillo.
Un chico tiene el apetito de un caballo, la digestión de un tragamonedas, la energía de una bomba atómica, la curiosidad de un gato, los pulmones de un dictador, la imaginación de Julio Verne, la timidez como una violeta, la audacia de una trampa de acero, el entusiasmo de un triquitraque, y cuando hace algo tiene cinco pulgares en cada mano.

Le encantan los dulces, las naranjas, las sierras, la Navidad, los libros con láminas, el chico de los vecinos, el campo, el agua, (en su estado natural), los animales grandes, papá, los trenes, los domingos por la mañana y las bombas de incendios.

Le desagradan las visitas, la doctrina, la escuela, los libros sin láminas, las lecciones de música, las corbatas, los peluqueros, las muchachas, los abrigos, los adultos y la hora de acostarse.

Nadie más se levanta tan temprano, ni se sienta a comer tan tarde. Nadie más puede embutirse en el bolsillo un cortaplumas oxidado, una fruta mordida, medio metro de cordel, un saquito de picadura vacío, dos caramelos, seis centavos, una honda, catorce figuritas, un trozo de sustancia desconocida y una auténtico anillo supersónico de clave con un compartimiento secreto.

Un chico es una criatura mágica.

Usted puede cerrarle la puerta donde guarda las herramientas, pero no puede cerrarle la puerta de su corazón.

Puede echarlo de su estudio, pero no puede cerrarle la puerta de su mente.

Todo el poderío suyo se rinde ante él. Es su carcelero, su jefe y su amo... él, un manojito de ruido, caripecoso...

¡Pero cuando llega usted a casa por la noche con sus esperanzas y sus ambiciones hechas pedazos, él puede remendarlo todo con palabras mágicas: "Hola papito"!


Allan Beck



Si tú no hubieras nacido...

Este es un acto de una obra de teatro, del ciclo "Teatro para bebés" que se realiza desde hace años en el Teatro Fernán Gómez, de Madrid. La obra se titulaba "Si tú no hubieras nacido".


"Si tú no hubieras nacido, yo estaría muerta. Yo nací contigo. Antes era otra.
Yo no era yo, dibujaba laberintos de plata en manteles de hojalata.
Si tú no hubieras nacido me habría olvidado de jugar, me tomaría todo demasiado en serio, atrapada en mi seria identidad.

Si tú no hubieras nacido las puertas de mi pasado se habrían cerrado para siempre.
Nunca más me hubiera podido asomar al patio de mi infancia. No hubiera podido inventar los cuentos que hubiera querido escuchar con la oreja pegada a la almohada.

Mis raíces se hubieran secado para siempre. Estarías... ¿dónde estarías?
Muerto, muerta o tal vez en un trozo de nuestra muerte. 

Ningún cordón me hubiera atado tanto a tu despertar como al mío.
No me hubiera inventado otras formas de comer, de dormir, de caminar o de respirar.

Si tú no hubieras nacido mi casa no estaría llena de juguetes. No prestaría atención a sus peligros. No nos hubiéramos conocido o ni siquiera presentado.
Mis días serían de cristal y de acero inoxidable.
No te habría podido soñar en mis horas de insomnio.

Sería huérfana del sabor maravilloso de tus carcajadas.
Me dijeron que cambiar los pañales sería tedioso.
Me dijeron que despertar una y otra vez por las noches sería un tormento.
Me dijeron que ya no tendría la vida, que no podría hacer mi vida.

Pero lo que nunca me dijeron es que el día que tu naciste nació el mundo,
nació el mundo… pues aquel día volví a la morada de mi madre
y de todas las madres de mi madre,
a enamorarme inseparablemente de ti.

Y aquí estoy, mirando tus ojos, felizmente atada a tu vida.
Sé que estás vivo porque yo estoy en un abismo, en las células de tus huellas.
Y tú estás ahí, sereno, portando las antorchas de tus abuelas.
De acuerdo, bebo hilos, hilos repletos de nudos.
Me como los muros de tu oscuridad.
Para romperme en mil pedazos de firmamento."


El comienzo...


¿De dónde he venido?
¿De dónde me tomaste?
Esto preguntó el bebé a la madre.
Ella respondió, un poco llorando, un poco riendo,
y apretando a su hijo contra el pecho:

Estabas escondido en mi corazón como un deseo, mi cielo.
Estabas en mis juegos infantiles de muñecas;
y luego con arcilla modelé la imagen de mi dios cada mañana,
te hice y te deshice en ese momento.
Estabas en el vientre de nuestra divinidad hogareña, y al adorarla te adoraba a ti.

En mis esperanzas y amores,
en mi vida,
y en la vida de mi madre has vivido tu.
En el cuenco espiritual de nuestro hogar fuiste cuidado por siglos.
Y cuando en mi juventud mi corazón abrió sus pétalos,
lo rondabas como una fragancia.

Tu ternura floreció en mi juvenil escencia,
como un resplandor en el cielo,como un amanecer.
El primogénito querido del cielo,
mellizo de la luz de la mañana.
Has flotado por la corriente de la vida del mundo
y finalmente te quedaste en mi corazón.

Contemplo tu rostro y el misterio me invade;
tu que a todos perteneces ahora eres mio.
Y por miedo a perderte te abrazo contra mi pecho.
¿Qué magia ha atrapado el tesoro del mundo en estas manos mias?

Rabindranath Tagore

Maltrato infantil...


NO SOY TONTO,

QUIZÁ ME CUESTA MÁS TRABAJO APRENDER…

NO SOY INÚTIL,

SÓLO ENSÉÑAME A HACER LAS COSAS BIEN…

NO ESTOY SORDO, NO ME GRITES AL OÍDO…

NO SOY MALO, NO SÉ CÓMO EXPRESAR MI ENOJO…

NO SOY GROSERO, QUISIERA QUE ME PUSIERAS MÁS ATENCIÓN…

NO SOY COCHINO, SOLO EXPLORO MI CUERPO…

SÍ, ESCUCHO CUANDO ME LLAMAS…

SÍ, VEO CUANDO TE ENOJAS…

SÍ, GRITO CUANDO ME REGAÑAS…

SÍ LLORO CUANDO ME INSULTAS…

Y SÍ, SIENTO CUANDO ME PEGAS…

TENGO UN CORAZÓN,

SOY UN NIÑO…

ENSÉÑAME A SER PERSONA…

CUÍDAME Y PROTÉGEME,

NO ME DEJES SOLO…

PORQUE… ¿VERDAD QUE ME QUIERES?