jueves, 30 de octubre de 2008

La escucha emocional



La dirección que debemos tomar madres y padres en la crianza y educación de nuestros hij@s (utilizo la palabra educación, aunque me gusta mucho más hablar de “acompañar a nuestros hij@s”), no debe perder nunca de vista el que debe ser nuestro principal objetivo: “Amar a nuestros hij@s y que ellos lo sientan así”.
Pero una cosa son las palabras y otra los hechos.

¿Porqué es difícil llevar a la práctica este precepto de “amar a nuestros hijos y que ellos lo sientan así”? Básicamente, yo diría, porque amar a nuestros hijos, no es una cuestión de azar, algo con lo que uno tropieza si tiene suerte. Amar a nuestros hijos, igual que amar a otras personas o el amor en general, es un arte. Y todo arte necesita de intención, conocimiento y esfuerzo. Además ya iniciamos el aprendizaje de este arte en nuestra infancia, de nuestros padres. Un aprendizaje no consciente y que seguramente tiene cosas positivas, pero también, seguramente, cosas no tan positivas, que hay que reconocer y reconducir.

En lo más profundo de nuestro ser tenemos adherido, oculto, nuestro Patrón familiar. Patrón familiar que de forma automática nos hace repetir algunas conductas con nuestros hij@s, que no son fruto de nuestra intuición, de nuestra sabiduría interior, de nuestro instinto amoroso. Siempre tenemos la facultad de tomar conciencia de él, romperlo y liberar nuestros propios sentimientos.

Por último en los adultos prevalece la percepción racional, que para muchas cosas es valiosísima, pero cuando se trata del afecto, de los sentimientos, de las emociones, del amor, es más un obstáculo que una ayuda. Hemos de ser capaces de “elevarnos”, por encima de esa racionalidad, hasta la percepción emocional que prevalece en bebés y niñ@s. Lo que yo intento aportar es una perspectiva del arte de amar a nuestros hijos desde lo que ellos sienten y necesitan a nivel afectivo.

Para que un bebé o un niño se sientan amados necesitamos conocer cuales son sus necesidades afectivas y satisfacerlas. Esto requiere por nuestra parte estar muy atentos a lo que nos muestran nuestros hij@s, especialmente a través de sus expresiones y de su conducta. Cuando el bebé aún no habla su forma más directa de expresar sus necesidades es a través del llanto. Olvidemos esas absurdas ideas que dicen que un bebé llora “para fastidiar”, “por hábito”, “porque nos toma el pelo” y otras como que “si lo coges tanto lo vas a mal acostumbrar”, “déjalo que llore, es bueno para los pulmones”, o lo que es más patético: “Míralo, llora para que lo cojas, no saben nada. Ya se cansará”. ¡Pues claro que llora para que lo cojas! Lo está pidiendo a lágrima viva. ¿Por qué negarle esa necesidad de nuestra atención y afectividad? No olvidemos nunca que:

Siempre que un bebé llora, expresa una necesidad –física o emocional- que hay que satisfacer sin dilación.

Si estas necesidades emocionales que expresa el bebé no son satisfechas, algo se rompe en su interior. Se siente inseguro, desatendido,

Cuando el niño empieza a hablar, está aún muy lejos de poder expresar en palabras sus emociones. Emociones que él ni siquiera comprende en muchas ocasiones. Simplemente le estallan en su interior y las expresa con diferentes conductas. No olvidemos nunca que:

Siempre que un niño mantiene conductas, puntual o reiteradamente exageradas, hay una emoción detrás que hay que descubrir, acompañar y enseñarle a gestionar.

Hemos de ser muy empáticos con nuestros hij@s. Situarnos en su “piel”. Los bebés y niños, con su percepción emocional y subjetiva (interiorizada), todo lo procesan a través de los que sienten. Todo lo convierten en sentimientos, en emociones. Por lo tanto, también todas sus conductas y actitudes son expresión de sus sentimientos y emociones. Los adultos, con nuestra percepción racional, tendemos a “interpretar” esas conductas desde la lógica, la razón, el juicio y la causa-efecto. Situaciones como el negarse a comer, las rabietas, la agresividad, la desobediencia, el fracaso escolar, etc., se convierten en “mal comportamiento”, en algo que está en manos de ellos cambiar.

Y no es así. Estas situaciones esconden detrás emociones que hemos de descubrir, aceptar y mostrarles, con nuestra actitud, cómo darles una salida adecuada.

La “Escucha Emocional” es la herramienta más útil y efectiva para tratar los conflictos emocionales de los niños. Al niño sus emociones le “estallan” en su interior. Aún no saben comprenderlas, controlarlas y gestionarlas. Es indispensable que madres y padres permitamos sus expresiones emocionales, las acompañemos y les mostremos cómo afrontarlas. No podemos ignorarlas, ni negativizarlas (“no hay para tanto”, “ya se te pasará”, “bueno, no te preocupes vamos a jugar”, “te pones insoportable”, “deja de llorar, no te va a servir de nada”, etc.), y mucho menos castigarlos (“vete sólo a tú cuarto hasta que se te pase”, “si no dejas de estar enfadado no iremos al parque”, etc.), y jamás pegarles (ni siquiera bajo la absurda idea de que “una torta de vez en cuando les va bien”).

Toda emoción tiene un significado, una intención. Las descargas emocionales permiten al niño expresar lo que siente, liberarse de las consecuencias de experiencias dolorosas, hacernos llegar sus necesidades. Expresar emociones es curativo. Lo que los niños no saben aún es gestionarlas y menos aún prever sus consecuencias en los demás.

La represión de las emociones, el no acompañarlas o el no mostrarles cómo afrontarlas, es nocivo. Arrastra al niño a toda clase de procesos defensivos, de repeticiones dolorosas, de compulsiones y de síntomas físicos. Provoca en el niño incertidumbre; sentimientos de incomprensión, de separación; de no sentirse valorado; de ser “malo” y por lo tanto rechazado; en pocas palabras: no se siente amado.

Para la práctica de la Escucha Emocional hemos de hacer un gran esfuerzo. Sobre todo porque, seguramente, no la practicaron con nosotros cuando éramos niños. No tenemos referencias de cómo llevarla a cabo. Más bien al contrario.

En la educación tradicional es común el uso de la autoridad, del poder de los adultos sobre los niños. Tenemos profundamente arraigadas ideas en este sentido: “Los niños han de obedecer sin rechistar”, “Han de adaptarse siempre a los horarios y ritmos de los adultos”, “Hay que ponerles normas y no permitir nunca que se las salten”, “El adulto siempre manda sobre el niño”, “Tiene que comer lo que se le pone en la mesa”, “Ha de dejar los pañales porque ya es mayor”, “Nunca deben dormir en la cama de los padres”, “No es conveniente la lactancia más allá de los seis meses”, “El castigo es bueno para su educación”, “Una torta de vez en cuando también lo es”, “Los niños son unos caprichosos”, etc.

Hay quién confunde el no usar la autoridad con “dejarles hacer lo que les de la gana” y eso demuestra que no entienden nada de lo que supone la Escucha Emocional. La represión emocional se puede practicar por activa o por pasiva. Por activa a través de la autoridad. Por pasiva a través de la permisividad. Es tan erróneo usar “el mando y ordeno” como el “no pasa nada”. Las dos actitudes no utilizan la Escucha Emocional, que implica indagar en los sentimientos del niño.

Delante de conductas o comportamientos intensos de los niños, podemos hacernos siempre tres preguntas, que nos ayudarán a la práctica de la Escucha Emocional y a resolver los conflictos que se nos presenten:

1- ¿Qué siente?

2- ¿Qué nos quiere decir?

3- ¿Qué quiero transmitirle?



1- QUE SIENTE?
Siente lo que él siente. Percibe sus sentimientos. No escucharles o banalizar lo que nos dicen encierran al niñ@ en su interior. Hemos de esforzarnos en participar de sus sentimientos. El niñ@ tiene que aprender a reconocer sus emociones, en muchas ocasiones incomprensibles para él, que le inquietan y le alteran. Tampoco sabe aún definirlas, expresarlas adecuadamente. Espera de nosotros el reconocimiento de lo que siente. Escucha siempre sus emociones con prioridad y tómatelas en serio. No le preguntes “porqué” llora. Intentará darte una explicación racional, a veces alejada de su dificultad. Es mejor que le acompañes en lo que experimenta y le preguntes: “¿Qué pasa?” o “¿Qué te pone tan triste?”, o incluso “¿De qué tienes miedo”?

2- ¿Qué nos quiere decir?
Cuando los niños crecen, a partir de los dos años van adquiriendo capacidad de expresión a través del lenguaje, pero aún están muy lejos de poder utilizar las palabras para explicar sus sentimientos. Debemos “leerlos” detrás de sus comportamientos y actitudes. Toda expresión emocional tiene un significado, una intención. Si un niño coge una rabieta, su cólera será el síntoma de alguna emoción que le altera. A lo mejor le angustia ir al “cole”, a lo mejor se ha peleado con otro niño o le han reñido, a lo mejor está muy cansado, a lo mejor echa de menos a su papá, a lo mejor siente celos de su hermanito, a lo mejor… Para él, nuestras reacciones tienen más significado que nuestras palabras. Escuchar, acoger y otorgar validez a los sentimientos de nuestros hijos significa ayudarles a construirse como personas, como individuos emocionalmente equilibrados. Les otorgamos seguridad y autoestima, sólidos cimientos para afrontar sus nuevas experiencias, desarrollarse en armonía y ser felices.

3- ¿Qué quiero transmitirle?
Nuestras reacciones frente a las reacciones de nuestros niños condicionarán sus creencias en sí mismos. Dejar expresar sus emociones y escucharlas. Pero también enseñarles a gestionarlas. Nuestra reacción es su ejemplo. Nuestra forma de actuar será la suya. Nuestros hijos nos escuchan y nos observan. Cada uno de nuestros actos, no sólo hacia él, sino hacia toda persona y situación, le envía un mensaje.

Con frecuencia reaccionamos de forma automática, y haríamos bien en preguntarnos más a menudo lo siguiente: “¿Porqué? ¿Qué me impulsa a decir sí o no a las demandas de mis hijos? ¿Qué es lo que dicta mi actitud?

Un temor frecuente de los padres cuando escuchan una demanda original de su hij@ es que ésta se convierta en un “capricho”. Los caprichos son inventos de los padres. Surgen cuando los padres se embrollan en los juegos de poder. Los juegos de poder los comienzan los padres y no los hij@s. La prueba es que a veces se dice que un bebé puede llegar a dominarte si te dejas someter por él. En realidad el niñ@ depende totalmente de ti y, como es obvio, no tiene capacidad mental para someterte.

¿Tus comportamientos los dictan tu educación, los automatismos cuyo origen desconoces, la evidencia? ¿O la razón? En este caso entiendo por razón no los prejuicios de tus padres o de tu médico de familia, sino tu razonamiento en base a informaciones fiables.

Los bebés y los niñ@s son semillas que contienen todos los ingredietes necesarios para desarrollarse en armonía y ser felices.

Somos los adultos los especialistas en impedirlo.


Texto: Enrique Blay, Psicólogo del Desarrollo - Terapeuta Psico-emocional


Ilustración: Valeria Docampo

martes, 28 de octubre de 2008

Celos entre hermanos. Una mirada diferente.


Con el test de embarazo en nuestras manos, y preparándonos mentalmente para la llegada de un nuevo hijo, apenas el niño llora pensamos: "Está celoso". Si se niega a comer: "Está celoso". Si está cansando y tiene un berrinche: "Está celoso". Si nos extraña tras la jornada de trabajo: "Está celoso".
Que la llegada de un hermano va a producir obligatoriamente una cascada de celos en los hermanos mayores es un prejuicio inventado, sostenido y afianzado por los adultos. Es una creencia compartida, y de tanto repetirla sólo se nos ocurre que al niño le sucede "eso" y no pensamos en otras posibilidades.
Basta pasear por las calles embarazada y acompañada por un niño de dos o tres años para que cualquier persona se acerque a decirle "pobrecito", dándole a entender que va a ser destronado de su supuesto reinado. Es un pensamiento tan común entre adultos que nos acomodamos en esa idea y, frente a algún síntoma o demanda delniño, no se nos ocurre reflexionar más allá.

PRIMERAS DUDAS
Con frecuencia nos sucede a la mujeres que, embarazadas por segunda vez, tenemos la sensación y el temor de que no podremos amar a "otro" tan profundamente como amamos a nuestro hijo ya nacido. Es tal la potencia del amor, la vivencia completamente nueva desde que somos madres, que creemos que será irrepetible tamaña intensidad. Sin embargo, el corazón de las madres no se divide, sino que se multiplica con cada hijo que nace.

TEMORES DESPLAZADOS
Lo comprobamos en cuanto nace el segundo hijo y el amor se instala con la naturalidad y el derroche de antaño. Una vez que hemos comprobado que no hay peligro, que podemos amar a dos hijos, luego a tres o a cuatro... desplazamos ese temor a nuestros propios hijos: suponemos que ellos no podrán amar a otro. Y que la presencia de un hermano pequeño necesariamente será en detrimento de no sabemos bien qué, pero que lo vivirán como un hecho negativo. Así lo decidimos.
A partir de ese momento, cualquier actitud molesta del niño, cualquier berrinche, llanto, enfermedad, mal humor, demanda, enfado, insastisfacción o inquietud la juzgaremos con la muletilla bien conocida por todos: "lo que le pasa es que está celoso". Y de ese modo, ya no nos molestaremos en averiguar qué es lo que necesita el nio en ese momento en particular. Simplemente daremos por hecho kque, en presencia de un hermanito en casa, indefectiblemente aparecerán los celos. Sin embargo, no es necesariamente así.
Resulta que ese mismo niño, mucho antes de la presencia de otro bebé en casa, también manifestaba sus inquietudes o necesidades, con mayor o menor suerte a la hora de ser respondido. Es importante tener en cuenta si antes delembarazo o nacimiento del hermanito, el niño o la niña mayor manifestaba síntomas parecidos. Veremos que en muchos casos su actitud no ha variado demasiado. Hay algo que necesita y que merece ser averiguado.

NO ES TAN FÁCIL
La mayoría de los adultos creemos estar dando a nuestros hijos todo cuanto necesitan. Sin embargo, la vida les resulta difícil aun en tiempos de tecnología y confort. Tienen gran cantidad de juguetes, ordenadores, juegos electgrónicos... pero pasan la maor parte del día solos, frente a la pantalla de la televisión, rodeados de adultos que exigen que se lo coman todo, se porten bien, hagan sus deberes, no molesten, se queden quietos y sean educados. La vida cotidiana de los niños pequeños modernos no suele ser demasiado encantadora. Eso es lo que quizás tendremos que atender: las necsidades concretas de cada nio.
Una vez que nace el hermano menor, acomodamos el pensamiento generalizado de que ahora dejará de ser el rey o la reina de la casa. El tema es que los niños no son ni reyes ni príncipes, no tienen vida de soberanos, sino que por el contrario tienen vidas bastante difíciles, enredados en sus propios mundos emocionales muky lejos del mundo de los demás. Raramente pueden contar con los adultos, no saben explicar lo que les está sucediendo y son generalmente juzgados por sus llantos, tristezas o angustias, recibiendo a cambio incomprensión. Hay pocos niños verdadereamente colmados viviendo dentro de familias armoniosas, en las que circula el amor y el diálogo en abundante gratitud.

MIRAR MÁS ALLÁ
Si en la mayoría de los casos estamos alejados del mundo interno de nuestros niños, si no nos ocupamos de averiguar, preguntar, acompañarlos y ayudarlos en sus búsquedas personales, será fácil que nosotros atribuyamos cualquer geswto de incomodidad a los supuestos celos hacia el hermano menor.
Si elevamos el pensamiento, admitiremos que no hay nada más maravilloso que el nacimiento de un hermano, que es el ser más par, más cercano, más "harmanado" que tendremos a lo largo de toda la vida. Y si los padres decidimos tener más hijos para amarlos, lo lógico es compartir ese fin con nuestros hijos ya nacidos para ampliar y aumentar nuestro campo de amor.

AMOR COMPARTIDO
¿Por qué estarían celosos? Nuestros hijos aprenderán a amar a sus hermanos si los incluimos en el mismo circuito de amor y dicha. Si demostramos la felicidad por la nueva presencia, si participamos todos en los cuidados del más pequeño, si respondemos a las demandas y necesidades específicas de los niños mayores y, muy especialmente, si esos niños mayores están acostumbarados a ser mirados y escuchados genuinamente por sus padres, no pueden existir los celos. Porque en esos casos no hay nada que el bebé pueda quitar al mayor. Cuando lcircula la generosidad y la comprensión entre unos y otros, cuando las palabras suavizan y explican los sentimientos confusos, cuando hay rdespeto por las necesidades de cada uno; un nuevo miembro de la familia sólo puede enriquecer las vivencias y las experiencias cotidianas de todos nosotros, incluidos los niños.

QUÉ NECESITA
Cuando nuestro hijo mayor pide algo "imposible de satisfacer" -y por lo tanto creemos que no tiene razón y que lo que le ocurre, simplemente, es que está celoso- podríamos dedicar luego un momento para permanecer con él y bucear juntos en su interior, tratando de averiguar si necesitaq más presencia de un adulto, si no le gusta la escuela, si está cansado, si extraña a un amigo, si pasa demasiado tiempo sin actividades lúdicas. Claro que no es fácil estar con varias pequeños a la vez. Y no es necesariamente la madre quien tiene que satisfacer todas las necesidades de cada niño. Pewro esas necesidades sí merecen ser reconocidas como importantes. Después podremos determinar qué otdra persona allegada puede acompañarle.
Cuando cada niño encuentre palabras para nombrar lo que desea, cuando cada niño sepa que cuenta con su madre, su padre u otro adulto que lo escucha y lo comprende, cuando cada niño obtenga un lugar donde desplegar sus inquietudes, no habrá mortivos para estrar celoso, por más bebés que sigan naciendo en esa familia. Los bebés que nacen no despiertan celos en los hermanos mayores. Sólo muestran necesidades emocionales que ya existían antes de su nacimiento.

ANTE EL DESCONCIERTO
Si las personas mayores decimos "está celoso" ante cada reclamo, el niño terminará por creerlo, aumentando el desconcierto hacia sus propias sensaciones y sintiéndose desvalido y sin recursos para enfrentar su desazón. El niño no está celoso. El niño tiene necesidades y merece ser escuchado y asistido.
Los celos entre hermanos son un invento de los adultos. Y sólo aparaecen cuando nosotros no somos capaces de satisfacer las necesidades genuinas de cada niño. No es verdad que un niño desee estar en el lugar del otro. En absoluto. CAda uno desea ser uno mismo, siempre y cuando reciba la atención y la satisfacción de sus necesidades emocionales mínimas.

CARIÑO DE IDA Y VUELTA
Los niños son naturalmente generosos cuando forman parte de un territorio amoroso para convivir. Y están ávidos por ayudarnos, ser útiles, facilitarnos la vida y ser amados por esos bebés que llegan al mundo para admirarlos. No hay mojor sonrisa que la que un hermano mayor puede robar a su hermano menor cuando éste aún es bebé.

CUANDO UNO SIEMPRE RECIBE
*En primer lugar, revisemos cómo hermos distribuido los roles dentro de nuestra familia.
*Observemos si hemos creado bandos de "buenos" y "malos" entre los adultos.
*Tratemos de comprender cómo empiezan este tipo de escenas antes de que el niño lastimado se nos acerque llorando.
*Entendamos que los celos no tienen nada que ver y que estamos poniendo rótulos a situaciones que no hemos logrado comprender en su totalidad.
*Si no sabemos cómo desarmar las dinámicas donde un niño pega a su hermano, pidamos ayuda.

SI TODOS OPINAN QUE ESTÁ CELOSO
*Expliquemos a nuestro hijo que estamos orgullosos de él, por cómo es capaz de cuidar al pequeño, de avisarnos cuando llora, alcanzarnos los pañales o explicarnos qué le sucede al bebé cuando nosotros no logramos decodificar sus reclamos.
*Digamos a los demás kque nuestro hijo está feliz por la llegada de su hermano, y gritemos a los cuatro vientos que es sumamente bondadoso con el pequeño, así el niño se sentirá reconocido en nuestras palabaras y estará preparado para seguir sintiendo dicha y alaegría en su corazón.
*Nombremos el cansancio, el hastío o el aburrimiento que obligan alniño a perder la paciencia. Entonces él sabrá que sabemos y comprendemos lo que le sucede, aunque no podamos ayudarlo en ese preciso momento.

Laura Gutman

domingo, 26 de octubre de 2008

Miedos infantiles


Nuestros hijos, tienen miedo? Qué es el miedo y para qué sirve? Qué podemos hacer con él? Estas son algunas de las preguntas más habituales, tanto en la consulta privada como en las Escuelas de padres-madres.


- Qué es el miedo, que tanto miedo nos da?
No nos agrada que nuestros hijos, sientan miedo. Pero en si mismo no es negativo. Además, como padres y educadores, sabemos que no es propiedad exclusiva de los más pequeños. De hecho es tan antiguo como la vida misma.
El miedo, cumple una función de supervivencia. Es un instinto básico y por tanto es natural. Ese miedo, puede vivirse ante un hecho real o imaginario, pero no debe negarse si el niño-a lo manifiesta. Porque, para el pequeño-a, es una vivencia real.

Miedos habituales:
Los niños pequeños, tienen miedos a todo aquello que sienten que puede poner en peligro su integridad emocional o física, más allá de que nos parezca o no razonable a los adultos.
Los más habituales, son:

El fuego.
La agresión (ser pegados o castigados)
El abandono de los seres queridos (éste es el más importante para su integridad emocional)
A lo desconocido (A lo nuevo, si no hay presencia que asegure)
A la oscuridad (necesitan de nuestro acompañamiento)
A los fantasmas, monstruos (La t.v. es muchas veces la causa directa de escenas impactantes. Ningún menor de tres años, debiera estar ante la T.V. No la necesitan y no están maduros para integrar las imágenes).
A los animales (algunos niños adoran a los animales. Otros los temen. Es importante, la actitud tranquilizadora y positiva del adulto)
QUE hacer ante el miedo?


Lo primero de todo, contactar con nuestros propios miedos y analizar si consciente o inconscientemente, se lo transmitimos.
En segundo lugar, nunca negar su miedo. No somos quienes para poner en duda su sentimiento, independientemente de la edad que tengan. NO se debe humillar la vivencia del miedo, aunque no se entienda.
En tercer lugar, empalizar y dar seguridad con nuestra actitud corporal, tono de voz, afecto y sobre todo presencia, si la requieren.
No debiéramos de negarles nuestra compañía. Es lo única que les da seguridad, y desde ahí podrán superarlo con la edad.
Por supuesto, que no utilizar historias de miedo (“si te portas mal, vendrá…” o “ no te querré”, para lograr obediencia. Tampoco contar historias de miedo o terror.


Conclusión


En definitiva, tenemos que comprender que, muchos miedos son fruto de la vivencia natural de inseguridad, propia de su inmadurez psicoafectiva.
Necesitan nuestro apoyo y afecto, independientemente de su edad. No se trata de endurecerlos, sino de acompañarlos en su crecimiento, con empatía, amor y muchas dosis de paciencia.

Yolanda González

viernes, 24 de octubre de 2008

Introduciendo al nuevo bebé: 11 formas suaves. Por el Doctor Sears


Algunas disputas entre hermanos son inevitables, aunque el grado de éstas depende de los años de los niños, de la compatibilidad de sus caracteres y el nivel de conflicto que los padres permitan. Un niño criado con apego tendrá un periodo de adaptación a la nueva situación más sencillo, ya que él obtuvo lo que necesitaba cuando lo necesitó. No se sentirá celoso viendo cómo otra persona ve cubiertas sus necesidades. Los niños alrededor de tres años, tres años y medio a menudo reciben al nuevo bebé en el hogar, bien con los brazos abiertos o como una novedad, y a veces parece que esos niños, al menos aparentemente, no parece que se sientan celosos. Ellos pueden competir más por un rato de juego con “su” bebé que por la atención de sus padres. Ser comunicativo le ayudará a adaptarse a los cambios. Pero es habitual para los más pequeños sentirse disgustados durante un tiempo (las cosas nunca volverán a ser iguales ni para los padres ni para el hermano mayor). Incluso tratando de hacerlo todo “de forma correcta” y ver cada pequeña herida en el hermano mayor en los primeros meses, una vez el nuevo bebé alcanza los ocho meses y puede gatear, el mayor sentirá que hay intrusiones en su espacio. Algunos trucos para presentar el nuevo bebé al mayor.

1. Hacerlos amigos antes del nacimiento. Habla a tu hijo mayor acerca del nuevo bebé antes del nacimiento. Dependiendo de su nivel de comprensión, comienza antes o después durante el embarazo. Puedes enseñarle fotografías de un bebé en el útero materno. Para un niño pequeño, si no está a la vista, no está en la mente, así que un bebé que aún no ha nacido, no amenaza su territorio, pero incluso un pequeño de dos años puede sentir si su madre está preocupada por lo que hay debajo de ese bulto en la barriga. Permite acariciar al bebé, hablarle, y sentir sus patadas. Pasa un buen rato hablando sobre él y planificando cosas.

2. Revive la primera infancia del mayor. Siéntate con tu hijo y repasa el album de fotos. Enséñale cómo era justo al nacer, al llegar del hospital, las tomas, el cambio de pañales... Reviviendo estos momentos, se va el mayor irá conociendo y se irá sintiendo preparado para esos momentos que se vivirán en el futuro.

3. Adelanta cómo será la llegada del bebé. “Cuando el pequeño bebé salga de la barriga, mamá lo tendrá en sus brazos todo el tiempo. Los pequeños duermen y maman todo el día y están en los brazos de mamá. Los bebés pequeños realmene necesitan a sus mamás”.

4. Incluye al mayor en las celebraciones del nacimiento. Además de estar con mamá y con el nuevo bebé después del nacimiento (si es que no estuvo en el nacimiento), pídele ayuda en la preparación de la “fiesta del nacimiento”. Puede elegir el pastel, la decoración, pensar en regalos especiales para y del nuevo bebé.

5. Incluye un regalo para el hermano. Los visitantes más avispados, aquellos que pasaron por la situación, traerán un regalo para el hermano mayor cuando vengan a visitar al nuevo bebé. Guarda unos pocos regalos de reserva para cuando los amigos sean espléndidos en sus regalos y atenciones hacia el nuevo bebé. Deja que sea él quién desembale los regalos del bebé y pruebe los sonajeros.

6. Compartir momentos. Junto con la incertidumbre de saber dónde encajan ellos en la nueva situación, lo que les preocupa más a los niños es compartirte con el bebé. Desde que el concepto de compartir es extraño para un niño de menos de tres años, y desde que la mamá es su “posesión” más preciada, es raro que puedas convencer a tu hijo de “compartir el tiempo de la madre”. Suena bien decir que le darás al mayor la misma cantidad de tiempo, pero en la práctica no es realista. Los bebés necesitan mucho tiempo de dedicación y no dispones del 200% de ti misma para dar (es por esto que las madres se dan permiso a sí mismas para desatender la casa y hablan a dedicar el tiempo al bebé y al hermano mayor).

Puedes también compartir el tiempo que dedicas al cuidado del bebé con tu hijo mayor. Lleva a tu bebé en una bandolera que te permita tener las dos manos libre para jugar con tu hijo mayor. Mientras des el pecho, puedes leer un cuento al hermano o simplemente abrazarle y mimarle. Aumenta el tiempo que pasas en el suelo. Mientras el bebé sea todavía pequeño, necesitará estar en tus brazos o en una bandolera. Puedes estar en el suelo con el mayor y él verá que estás disponible. A medida que el bebé crezca, puedes sentarle en una hamaca o en una manta en el suelo para que os vea jugar al hermano mayor y a ti. Esto entretendrá a dos niños con un padre. Prueba un juego para dos: cuando el bebé sea un poco más grande, anima a que el mayor entretenga al pequeño. Los niños de 3-4 años son especialistas en hacer caras y ruidos divertidos y a los bebés les encanta. Las grandes sonrisas sin dientes del bebé les va a alimentar el ego de forma increible – “ey, le gusto” . Si amas al bebé, el sentimiento será pronto mutuo.

Recuerda, el bebé necesita ser siempre ser el primero (es pequeño y puede haber situaciones peligrosas), aunque el mayor pueda ser más persistente o bullicioso a la hora de expresar sus necesidades, y quiere saberlo. Muchas madres cometen el error de no crear lazos apropiados con el nuevo bebé por miedo a lastimar los sentimientos del mayor. Si el niño recibió lo que necesitaba cuando era un bebé, podrá manejar la frustración sin traumas. Un bebé no puede.

7. Haz que el hermano se sienta importante . Dale a tu hijo un trabajo en la organización familiar. Para sacarle fuera del “quiero ser un bebé”, hazle saber que juega un papel importante. Díle que necesitas su ayuda. Dale un título al trabajo, hazlo divertido: “puedes ser el ayudante de mamá, trae el pañal, por favor”, “trae la ropa para mamá”, “por favor, coge esos juguetes”. Permítele cambiar pañales, vestir al bebé, bañarle... (todo bajo supervisión, por supuesto). Elogia la ayuda que te da.

Un ejemplo de cómo una madre le ha dado la vuelta a los cambios en su hija de 4 años tras el nacimiento de su segundo hijo. Tan pronto como Bejamin nació, Amy pareció entrar en una crisis. Volvió a mojar la cama y a tener rabietas muy fuertes. La que antes era una niña feliz, se volvió triste. Empezó a contestar, a ser desafiante, se despertaba por la noche y a estar en general, molesta. La madre le dio un trabajo como “ayudante de mamá” e incluso le pagó por su ayuda. Después de unas semana, Amy no sólo estaba más contenta, sino que aprendió algunas técnicas de su madre.

8. Mantente abierta a los sentimientos del hermano Al hermano le disgustan tanto sus sentimientos de rabia por su hermano pequeño tanto como a los padres les preocupa sus sentimientos ambivalentes por su bebé. Anima al mayor a expresar tanto los sentimientos positivos como los negativos. Utiliza la empatía, como “Imagino que a veces te gusta el bebé y a veces no”. Ánimale a dibujar sus sentimientos por el bebé. Los niños a menudo se sienten seguros dibujando sus sentimientos. Cuando exprese pensamientos negativos como “odio a este bebé” trata de no decir cosas como “oh, tu no quieres decir eso. Tú amas al bebé”. Álegrate, ya que se siente lo suficientemente seguro para poder expresar esos sentimientos ante ti. Si oye por tu parte que sus sentimientos so nnormales y comprensibles, éstos perderán mucho de su intensividad inicial y podrá abrirse más. Todos necesitamos ser entendidos y aceptados.

9. Qué gano con eso? Esta es la forma en la que los niños piensan. Según la lógica del adulto, los niños deberían estar entusiasmados de tener un amigo viviendo en la misma casa, pero los niños que se encuentran en esta situación están preocupados por lo que ellos pierden. No ven la parte positiva. Ellos han perdido su papel principal, y el bebé es demasiado pequeño para divertirse con él. Mamá, desde que nació el bebé está cansada y no está alegre (la rivalidad entre hermanos llega en un mal momentos para los padres, ya que justo cuando los padres están exaustos adaptándose a un nuevo bebé, tienen que adaptarse tambie´n a los cambios que está sufriendo la personalidad del mayor). Revive “momentos especiales”, especialmente con el padre: salir al parque, ir a una heladería, incluso disfrutando de la compra del pan y la leche. Esos momentos de salir uno a uno con el padre están reservado sólo para el hermano mayor. La atención que el niño ha perdido de la madre, la gana del padre. “Pero nosotros le decimos que le queremos, eso no cuenta?” Sí, pero recuerda que lo que cuenta es cómo perciben los niños el amor de sus padres. Los actos dicen más que las palabras. Utiliza “Teniendo un tiempo”: Tu hijo mayor puede sentarse a tu lado mientras tienes al bebé en brazos (no es necesario bajar al bebé ni interrumpir la creación de los lazos con él). Disfrutad de su presencia a través del contacto cuerpo con cuerpo. Incluso aunque sólo sean 15 minutos al día pueden marcar la diferencia.

10. Protege las necesidades de los dos. “Llegué justo para ver cómo nuestro hijo de 3 años golpeó al bebé con un juguete”, lloraba una madre. Ante hacer daño al bebé, hay que corregir inmediatamente; la seguridad prevalece sobre los temas psicológicos. Pon tu mejor mirada no-vuelvas-a-hacerlo-nunca-más. Pon en marcha todas las paradas: Tiempo muerto para el niño (y también para el juguete). Ten en cuenta sus sentimientos, pero actúa de forma firme. Explica lo frágiles que son los bebés y que aunque comprendas sus sentimientos de rabia, no vas a permitirle que haga daño al bebé. Ayúdale a disculparse, “Acaricia la cabeza del bebé y díle cuánto sientes haberle hecho daño”.

Una vez que el niño ha podido expresar sus sentimientos, puedes dirigirte a ellos directamente, y él sabe que tu entiendes su lucha. Así puedes verbalizar “Es duro ver a mamá dedicando tanto tiempo al bebé”. Entonces enséñale cómo golpear un objeto suave, como una almohada, cuando esté enfadado, porque ella no sentirá dolor. Enséñale cómo ser “amable” con el bebé. Anímale a que le toque de forma suave, modela la caricia diciendo, “bien”. Siente la intimidad del abrazo triangular, padres, hermano mayor y bebé. Asegúrate de que entiende el mensaje de que nunca debe hacerlo de nuevo.

Anima al hermano mayor a que te diga cuándo se siente enfadado. Si es muy pequeño (por debajo de dos), esperar que controle sus impulsos de rabia es esperar demasiado. Esta es otra buena razón para llevar al bebé tanto como sea posible, por un lado el mayor te verá disponible, y por otro tendrás al bebé en un lugar seguro. No dejes a solas al hermano si es agresivo junto al bebé. No pondrá controlarse demasiado tiempo sin tu ayuda.

A veces, los hermanos mayores quieren investigar cómo es el comportamiento del bebé, queriendo tomar biberón el pecho. Dejar que prueben es la mejor forma de manejar su deseo. Peter se destetó de Martha a los 17 meses, y tenía cerca de 3 cuando Hayden nació. Observó muy de cerca cómo Martha daba el pecho el primer día y pidió un poco. Tomo una o dos veces, apenas podía cogerse al pecho, pensó en cómo solucionarlo y pidío dos biberones ,que llevó durante un par de semanas y luego perdió el interés. Martha no le empujó hacia sentimientos tipo “odio a este bebé”.

11. El nuevo bebé tiene ruedas. A menudo los hermanos parecen ajustarse de forma maravillosa al bebé hasta que crece un poco. Un momento típico para que esto suceda es cuando comienzan a gatear. Ahora el mayor seinte que nada está seguro - sus torres son destrozadas, sus mejores juguetes mordidos, sus juegos interrumpidos, etc. La anticipación ayuda. Ten en cuenta que esto empezará a sucecer y explica al mayor por qué el bebé actúa como lo hace (necesidad de explorar, es excitante, es demasiado pequeño para entender) y de esta forma no se lo tomará como un ataque personal. Enseña al mayor cómo desarrollar la paciencia y la habilidad para planear. Puede poner sus juguetes en una mesa fuera del alcance del bebé, y puede construir una torre para el bebé, sabiendo cómo le va a divertir tirarla al suelo. Muestra que el bebé, después de todo, se está convirtiendo en alguien más interesante.


FUENTE:www.dormirsinllorar.com

miércoles, 22 de octubre de 2008

¿Por qué los niños se despiertan por la noche?


Autor: Carlos González

La mayoría de los insectos, reptiles y peces tienen cientos de hijos, con la esperanza de que alguno sobreviva. Las aves y mamíferos, en cambio, suelen tener pocos hijos, pero los cuidan para que sobrevivan la mayoría. Los mamíferos, por definición, necesitan mamar, y por lo tanto ningún recién nacido puede sobrevivir sin su madre. Pero, según la especie, también necesitan a su madre para muchas otras cosas.

En algunas especies, el recién nacido es capaz de caminar en pocos minutos y seguir a su madre (¿quien no recuerda aquella escena encantadora en Bambi?). Eso ocurre sobre todo en los grandes hervíboros, como ovejas, vacas o ciervos. Estos animales viven en grupos que devoran rápidamente la hierba de una zona, y tienen que desplazarse cada día a un nuevo prado. Es necesario que la cría pueda seguir a su madre en estos desplazamientos.

Los pequeños hervíboros, como los conejos, pueden esconder a sus crías en una madriguera, salir a comer y volver varias veces al día para darles el pecho. Sus crías no caminan nada más nacer, sino que son indefensas durante los primeros días.

Lo mismo ocurre con la mayoría de los carnívoros, como los gatos, perros o leones. La madre sale a cazar dejando a sus indefensas crías escondidas. Las crías no nacen sabiendo, sino que aprenden, y esto es importante, porque les permite una mayor flexibilidad. Una conducta innata es siempre igual, una conducta aprendida puede adaptarse mejor a las condiciones del entorno, y perfeccionarse con la práctica. La primera vez que un ciervo ve a un lobo, debe salir corriendo. Si no lo hace bien, morirá, y por lo tanto no podrá aprender a hacerlo mejor. Por eso es lógico que los ciervos sepan correr en cuanto nacen. Los lobos sí que pueden aprender: la primera vez el ciervo se les escapa, pero con la práctica consiguen atraparlo. Los juegos de su infancia constituyen un aprendizaje para su vida adulta.

Los primates (los monos) parece ser que descendemos de animales que caminaban nada más nacer. Pero, al vivir en los árboles, tuvimos que hacer cambios. Bambi resbala varias veces antes de ponerse en pie; y eso no tiene importancia en el suelo. Pero, subido en una rama, un resbalón puede ser fatal. De modo que los monitos van todo el día colgados de su madre, hasta que son capaces de ir solos perfectamente, sin el menor error.

Pero es el monito el que se cuelga, activamente, de su madre, agarrándose con fuerza a su pelo con manos y pies, y al pezón con su boca (cinco puntos de anclaje). La madre puede correr de rama en rama, sin preocuparse de sujetar al niño.

¿Se atrevería usted a ir de rama en rama, o simplemente caminando por la calle, con su bebé a cuestas pero sin sujetarlo, ni con los brazos ni con ningún paño o correa? Claro que no. Para que un niño sea capaz de colgarse de su madre y sujetarse solo durante largo rato, probablemente debería tener al menos dos años. Ya nuestros primos más cercanos, los chimpancés, son incapaces de sujetarse solos al principio, y su madre tiene que abrazarlos, pero sólo durante las dos primeras semanas. La diferencia con nuestros hijos es abismal. Y para caminar (no para dar cuatro pasos a nuestro alrededor, como hacen al año, sino caminar de verdad, para seguirnos cuando vamos de compras, sin llorar y sin que tengamos que girar la cabeza cada segundo a ver si vienen o no), nuestros hijos tardan al menos tres o cuatro años.

Hasta los 12 o 14 años, es prácticamente imposible que los niños sobrevivan solos; y en la práctica, procuramos no dejarles solos hasta los 18 o 28 años. Los seres humanos son los mamíferos que durante más tiempo necesitan a sus padres, y dejan muy atrás al segundo clasificado.

Probablemente, esto se debe en parte a nuestra gran inteligencia. Como decíamos de los lobos, la conducta debe ser aprendida para ser inteligente, pues la conducta innata es puramente automática. Nuestros hijos tienen que aprender más que ningún otro mamífero, y por lo tanto tienen que nacer sabiendo menos.

¿Y qué tiene todo esto que ver con que los niños se despierten? Ya llega, ya llega. Ahora mismo veremos que tiene que ver todo lo anterior con la conducta de su propio hijo.

Empezábamos diciendo que hay crías que necesitan estar todo el rato con su madre, encima de ella o siguiéndola a poca distancia, y otras que se quedan escondidas, en un nido o madriguera, esperando a que su madre vuelva. Para saber a qué tipo pertenece un animal, basta con observar cómo se comporta una cría cuando su madre se va. Los que tienen que estar siempre juntos se ponen inmediatamente a llorar, y lloran y lloran (o hacen el ruido equivalente en su especie) hasta que su madre vuelve. Una cría de ganso, por ejemplo, aunque tenga agua y comida cerca, no come ni bebe, sino que sólo llora hasta que sus padres vuelven, o hasta la muerte. Sin sus padres, de todos modos no tardaría en morir, por lo que debe agotar toda su energía en llorar para que vuelvan. Y debe empezar a llorar inmediatamente, en cuanto se separa, porque cuanto más tarde en hacerlo más lejos estará, y por tanto más difícil será que le oiga. En cambio, un conejito o un gatito, cuando su madre se va, permanecen muy quietos y callados. Esa separación es normal en su especie, y si se pusieran a llorar podrían atraer a otros animales, lo que siempre es peligroso. ¿Cómo reacciona su hijo cuando usted le deja en la cuna y se aleja? Si, como hacían los míos, "se pone a llorar como si le matasen", quiere decir que, en nuestra especie, lo normal es que los niños estén continuamente, las 24 horas, en contacto con su madre.

Y no es difícil imaginar que hace 50.000 años, cuando no teníamos casas, ni ropa, ni muebles, separarse de su madre significaba la muerte. ¿Se imagina a un bebé desnudo en el campo, al aire libre, expuesto al sol, a la lluvia, al viento y a las alimañas, sólo durante ocho horas, mientras su madre "trabaja" recogiendo frutas y raíces? Ni siquiera una hora podría sobrevivir en esas circunstancias. En tiempos de nuestros antepasados, los bebés estaban las 24 horas en brazos, y sólo se separaban de su madre para estar unos momentos en brazos de su padre, su abuela o sus hermanos. Y cuando empezaban a caminar lo hacían alrededor de su madre, y tanto la madre como el niño se miraban continuamente, y se avisaban mutuamente cuando veían que el otro se despistaba.

Hoy en día, cuando usted deja a su hijo en la cuna, sabe que no corre ningún peligro. no pasará frío, ni calor, ni se mojará, ni se lo comerá un lobo. Sabe que usted está a pocos metros, y le oirá si pasa algo y vendrá en seguida (o, si usted ha salido de casa, sabe que otra persona ha quedado de guardia, escuchando a pocos metros). Pero su hijo no sabe todo eso. Nuestros niños, cuando nacen, son exactamente iguales a los que nacían hace 50.000 años. Por si acaso, a la más mínima separación, lloran como si usted se hubiera ido para siempre. Más adelante, cuando empiece a comprender dónde está usted, cuándo volverá y quién le cuida mientras tanto, empezará a tolerar las separaciones con más tranquilidad. Pero aún faltan unos años.

Casi toda la conducta del bebé, que aún no ha aprendido nada, es instintiva, idéntica a la de nuestros remotos antepasados. Y la conducta instintiva de la madre también tiende a aparecer, aquí y allá, despuntando entre nuestras gruesas capas de cultura y educación.
Por eso, cuando vaya al parque con su hijo de tres años, ambos se comportarán de forma muy similar a sus antepasados. Usted mirará casi todo el rato a su hijo, y le avisará cuando se despiste ("ven aquí" "no vayas tan lejos"). Su hijo también le mirará con frecuencia, y si la ve despistada o hablando con otras personas se pondrá nervioso, incluso se enfadará, e intentará llamar su atención ("mira, Mamá, mira" "mira qué hago" "mira qué he encontrado"...)

Llegamos a la noche. Es un periodo particularmente delicado, porque si el niño duerme ocho horas, y la madre se ha ido durante este tiempo, cuando despierte puede estar a siete horas de marcha, y por más que llore no la oirá. Hay que montar la guardia. Durante las primeras semanas, nuestros hijos están tan completamente indefensos que es su madre la que debe encargarse de mantener el contacto. En aquellas raras culturas (como la nuestra) en que madre e hijo no duermen juntos, la separación hace que la madre esté muy intranquila, y sienta la necesidad imperiosa de ir a ver a su hijo cada cierto tiempo. ¿Qué madre no se ha acercado a la cuna "para ver si respira"? Claro que sabe que está respirando, claro que sabe que no le pasa nada, claro que sabe que su marido se reirá de ella por haber ido... pero no puede evitarlo, tiene que ir.

A medida que el niño crece, se va haciendo más independiente. Eso no significa que pase más tiempo solo, o que haga las cosas sin ayuda, porque el ser humano es un animal social, y no es normal que esté solo. Para un ser humano, la soledad no es independencia, sino abandono. La independencia consiste en ser capaces de vivir en comunidad, expresando nuestras necesidades para conseguir la ayuda de otros, y ofreciendo nuestra ayuda para satisfacer las necesidades de los demás. Ahora ya no hace falta que usted vaya a comprobar si su hijo respira o no; ¡él se lo dirá! Como se está haciendo independiente, será él quien monte guardia. Se despertará más o menos cada hora y media o dos horas, y buscará a su madre. Si su madre está al lado, la olerá, la tocará, sentirá su calor, tal vez mame un poco, y se volverá a dormir en seguida. Si su madre no está, se pondrá a llorar hasta que venga. Si Mamá viene en seguida, se calmará rápidamente. Si tarda en venir, costará mucho tranquilizarle; intentará mantenerse despierto, como medida de seguridad, no sea que Mamá se vuelva a perder.

Es aquí donde la vida real no coincide con los libros, porque a las madres les han dicho que, a medida que su hijo crezca, cada vez dormirá más horas seguidas. Y muchas se encuentran con la sorpresa de que es todo lo contrario. No es "insomnio infantil", no son "malos hábitos", simplemente es una conducta normal de los niños durante los primeros años. Una conducta que desaparecerá por sí sola, no con "educación" ni "entrenamiento", sino porque el niño se hará mayor y dejará de necesitar la presencia continua de su madre.

Si cada vez que su hijo llora usted acude, le está alentando a ser independiente, es decir, a expresar sus necesidades a otras personas y a considerar que "lo normal" es que le atiendan. Eso le ayudará a ser un adulto seguro de sí mismo e integrado en la sociedad.

Si cuando su hijo llora usted le deja llorar, le está enseñando que sus necesidades no son realmente importantes, y que otras personas "más sabias y poderosas" que él pueden decidir mejor que él mismo lo que le conviene y lo que no. Se hace más dependiente, porque depende de los caprichos de los demás y no se cree lo suficientemente importante para merecer que le hagan caso.

Una infancia feliz en un tesoro que dura para siempre, que nadie podrá jamás arrebatarte. La infancia de su hijo está ahora en sus manos.

lunes, 20 de octubre de 2008

LA ANGUSTIA DE LA SEPARACIÓN. Por Carlos González



La relación entre madre e hijo es especial; y durante los primeros años la separación es dolorosa para ambos. Bueno, no sé si la separación deja alguna vez de ser dolorosa para la madre...
¿Por qué siempre “madre e hijo”? No, no estoy olvidando el importante papel del padre, ni mucho menos participando en una obscura conspiración para mantener a las mujeres en sus casas. Para hablar con absoluta propiedad, cada niño establece una relación especial con una “figura de apego primario”. Esa figura puede ser el padre, o la abuela, o hasta la monjita del orfanato. Pero en todo caso sólo es una, y casi siempre es la madre. Como “figura de apego primario” es largo y feo, en lo sucesivo diré simplemente “madre”.
A partir de su relación con la madre, el niño establecerá más adelante otras relaciones con otras figuras de apego secundarias: padre, abuelos, hermanos, amigos, maestros, novio, compañeros de trabajo, jefes, cónyuge, hijos... Cuanto más sólida y segura es la relación con la madre, más sólidas y seguras serán las demás relaciones que el individuo establezca a lo largo de su vida.
Esta relación entre madre e hijo se mantiene por una serie de conductas de apego instintivas, tanto en una como en otro. La conducta del recién nacido es completamente instintiva, aunque con el tiempo va aprendiendo a modificarla en el sentido que marcan las pautas sociales. La conducta de la madre es en gran parte aprendida; pero por debajo siguen estando unos sólidos instintos. No cuida usted a sus hijos porque se lo hayan explicado en el curso de preparación al parto, ni porque se lo inculcaran en el colegio, ni porque lo recomienden en revistas como esta... hace millones de años, las mujeres (o lo que había antes) ya cuidaban a sus hijos, y la prueba es que todavía estamos aquí. Ningún niño puede sobrevivir si alguien no le cuida, protege y alimenta durante largos años, con infinita dedicación e infinita paciencia.
Habitualmente, las creencias, costumbres y normas sociales van en el mismo sentido que el instinto, y no hacen más que matizarlo o encauzarlo. Pero cuando las normas nos obligan a vivir en contra de nuestros instintos surge un conflicto. Si alguna vez, en el cuidado de su hijo, se ha sorprendido a sí misma pensando algo así como: “Se me parte el corazón, pero hay que hacerlo”, o “Pobrecito, qué pena da, pero es por su bien”, probablemente es que está usted luchando contra sus más íntimos deseos.
Los niños pequeños no pueden consolarse con ese tipo de razonamientos. Sencillamente, cuando su instinto va por un lado y el mundo por otro, se enfadan muchísimo.

************La reacción a la separación

Tanto la madre como el niño muestran, decíamos, una conducta de apego, una serie de actividades tendentes a mantener el contacto. La conducta de apego de la madre consiste en acercarse a su hijo, tomarlo en brazos, hablarle, hacerle carantoñas... La conducta de apego del niño, al principio, consiste en llorar y protestar. Más adelante podrá gatear o caminar hacia su madre. Funciona por el mismo mecanismo que la conducta alimentaria: cuando necesitamos comida tenemos una sensación desagradable, el hambre, que nos mueve a comer, y cuando comemos esa sensación desaparece y nos encontramos bien. Pues cuando madre e hijo se separan se sienten mal; el niño llora y la madre le busca. Cuando vuelven a encontrarse desaparece aquel malestar; madre e hijo se tranquilizan y dejan de llorar.
Cuando nuestras felices antepasadas sentían la necesidad de acercarse a su hijo, simplemente se acercaban. Probablemente sólo estaban separadas de sus hijos de forma ocasional y accidental. Aún hoy, una gran parte de las madres del mundo llevan a su hijo a la espalda durante todo el día, y luego duermen a su lado durante toda la noche. Las madres occidentales, y no sólo cuando trabajan fuera de casa, tienen muchas más oportunidades para experimentar la ansiedad de la separación. En algunos ambientes, la madre que pasa mucho rato con su hijo es criticada; se insiste en que reserve tiempo para sí misma, para su marido, para actividades sociales (en las que, por supuesto, llevar a un bebé sería de muy mal gusto). La ansiedad de la madre que debe separarse de su hijo durante unas horas, para ir al teatro o al restaurante, es un tema habitual de las telecomedias: los complejos prepativos, las inacabables instrucciones a la canguro, las llamadas telefónicas, el precipitado regreso...
La reacción del bebé, por su parte, no está en principio mediada por factores culturales. El recién nacido se comporta igual ahora que hace un millón de años. Pero los niños aprenden pronto, y adaptan su conducta a las respuestas del entorno. Por ejemplo, un bebé al que sistemáticamente se ignora, al que nadie coge en brazos cuando llora, acaba por no llorar. No es que se esté acostumbrando, ni que haya aprendido a entretenerse solo, ni que se le haya pasado el enfado; en realidad, se ha rendido, se ha dejado llevar por la desesperación.

La intensidad de la respuesta a la separación depende de muchos factores:
1.- La edad del niño. Los menores de 3 años toleran mal las separaciones; los mayores de 5 años suelen tolerarlas bien.

2.- La duración de la separación. Las separaciones prolongadas (varios días seguidos sin ver a la madre) pueden producir un grave trastorno mental, el hospitalismo (así llamado porque era frecuente en niños hospitalizados cuando no se permitían las visitas), caracterizado por depresión y desapego afectivo.
Basta con una separación muy breve para desencadenar una conducta específica (“salgo un minuto de la habitación y se pone a llorar como si le estuvieran matando”). El método habitual en psicología para valorar la relación madre hijo, alrededor del año de edad, es el llamado “test de la situación extraña”. Consiste, básicamente, en que la madre salga de la habitación en la que está con su hijo mientras éste está distraído, dejándolo en compañía de una desconocida, permanezca fuera de la habitación tres minutos, y vuelva a entrar. El niño con un apego seguro, en cuanto nota la ausencia de la madre, la busca con la mirada, se dirige hacia la puerta, con frecuencia llora. Cuando la madre vuelve a entrar la saluda, se acerca a ella, se tranquiliza rápidamente y sigue jugando. Los niños con un apego inseguro o ansioso se clasifican en dos grupos: elusivos o evitantes (parecen tranquilos mientras la madre no está, y la ignoran deliberadamente cuando vuelve, disimulando su propia ansiedad) y resistentes o ambivalentes (se alteran cuando la madre no está, pero cuando vuelve se muestran agresivos con ella y tardan mucho en volver a la normalidad).
Mucha gente confunde fatalmente los síntomas: llaman “caprichoso” o “enmadrado” al niño que tiene una relación normal con su madre, mientras que elogian al que muestra un apego ansioso elusivo: “se queda con cualquiera”, “no molesta”, “se entretiene solo”...
Una separación de sólo tres minutos ya tiene un efecto claro, y la respuesta depende de la relación previa con la madre; de si el niño está acostumbrado a que le atiendan y le hagan caso, o a que le ignoren, o a que le riñan.
Las separaciones más largas y repetidas producen una reacción más intensa. Incluso los niños con un apego seguro pueden mostrar conductas evitantes o ambivalentes cuando la madre vuelve del trabajo. Pueden ignorarla, negándole el saludo y la mirada; o bien colgarse de ella como una lapa y exigir constante atención, o incluso mostrarse agresivos. Es muy probable que alternen las tres conductas en rápida sucesión. Es importante que los padres comprendan y reconozcan que estas conductas son normales. No hay que tomárselo como algo personal, su hijo no ha dejado de quererla ni nada por el estilo. No está enfadado contra usted; está enfadado por su ausencia. Enfadarse con él, devolver el desdén con desdén o la ira con ira, intentar técnicas educativas para modificar la conducta del niño, no es más que una pérdida de tiempo. Ya que puede estar pocas horas con él, al menos dedique esas horas a prestarle atención y cariño, a demostrarle que le sigue queriendo igual aunque él esté enfadado. Tómelo en brazos, cómaselo a besos, juege con él, recarguen baterías antes de la próxima separación.

3.- La frecuencia de las separaciones. Tras una primera experiencia, el niño parece desconfiado, exige atención constante, como si vigilase a la madre temiendo que se vuelva a ir, y puede reaccionar aún peor la próxima vez.

4.- La persona que substituya a la madre. Si es alguien a quien el niño conoce bien, que le presta atención y le trata con cariño, como el padre o la abuela, el niño puede soportar bastante bien unas horas de ausencia de la madre.

5.- La calidad de la relación previa con la madre. Entre los menores de tres años, los que tienen una mejor relación con la madre son los que más parecen sufrir con la separación; en el otro extremo, los niños desatendidos hasta bordear el abandono apenas reaccionan cuando su madre se va. Un observador muy superficial puede pensar que el niño está “tranquilo”, o incluso “feliz”; en realidad, lo que ocurre es que está tan mal que ya no puede estar peor; no pierde nada cuando se va su madre, y por tanto no le importa. Por desgracia, las madres escuchan a veces consejos como “no lo cojas en brazos, no le des el pecho, no juegues tanto con él... si se acostumbra, sufrirá más cuando tengas que volver a trabajar”. Pero así el sufrimiento es mayor, y desde el primer día; lo único que disminuye es la manifestación externa de ese sufrimiento. No, al contrario, dele a su hijo todo el cariño y todo el contacto físico que pueda, durante todo el tiempo que pueda. Que tenga el mejor comienzo.
Después de los tres años, y sobre todo de los cinco, ese buen comienzo da frutos manifiestos. Son entonces los niños que habían tenido una relación más intensa con su madre, más brazos, más contacto, más juegos, los que mejor se adaptan a la separación. Porque el cariño ilimitado de los primeros años les ha dado la confianza en sí mismos y en el mundo que necesitan para iniciar el camino de la independencia. Ahora sí que están contentos en la escuela, y es verdadera felicidad y no simple apatía, una felicidad basada en la seguridad de que su madre volverá y les seguirá queriendo.

La conducta de apego (el llanto y las protestas del niño separado de su madre) tiene un valor adaptativo. Es decir, a lo largo de millones de años, ha tenido un efecto, mantener juntos a la madre y a su hijo, efecto que ha favorecido la supervivencia de los niños y por tanto de los genes que regulan dicha conducta. Cuando la conducta de apego alcanza su efecto se refuerza; es decir, se repite con mayor intensidad y frecuencia. Cuando no produce efecto se debilita y puede llegar a extinguirse. El primer día que usted vaya a trabajar, será probablemente la separación más larga de su hijo desde que nació. Hasta ahora, cuando él se encontraba solo, lloraba, y alguien aparecía en pocos minutos y le cogía en brazos; normalmente usted, a veces papá o abuela. Si el niño no se consolaba en pocos minutos con otra persona, usted siempre acaba por aparecer, tal vez tardaba media hora si había salido a comprar...
Pero hoy, haga lo que haga su hijo, usted no volverá en ocho o diez horas. En el mejor de los casos, si está con la abuela o con otra persona que le puede prestar atención exclusiva, esa persona vendra a consolarle en pocos minutos. Si está en una guardería puede llorar durante mucho rato sin que nadie le coja en brazos; la cuidadora tiene ocho niños y sólo dos brazos. Los primeros días puede que su hijo llore bastante. Pero su llanto no tiene la respuesta esperada; mamá no vuelve. El niño aprende que, en determinadas circunstancias, llorar no sirve de nada, y poco a poco deja de hacerlo. Pero eso no significa que la separación ya no le afecte; las separaciones repetidas, recuerde, producen una angustia cada vez mayor, que no se manifestará mientras la madre está ausente, sino precisamente cuando la madre vuelve. Entonces las protestas del niño sí que tienen (por fortuna) la respuesta esperada.
Dicho de otro modo: el niño puede estar bastante tranquilo en la guardería, o con la abuela. Puede estar incluso, si tiene suficiente edad, contento y activo, jugando y riendo. Pero cuando vuelve a ver a su madre rompe a llorar, se le echa encima, se pega a sus faldas, grita, le exige brazos, se enfada con ella, le pega, vuelve a llorar... Lo que se suele llamar “ponerse muy pesado”.
Como de costumbre, algunas personas lo entienden todo al revés. Si en la guardería estuvo jugando, es que no le pasa nada. Y si, no pasándole nada, luego se pone a llorar, es que tiene cuento o hace teatro. Y si hace teatro precisamente con su madre es porque ésta se deja tomar el pelo y no sabe imponer disciplina, y él pretende hacer que se sienta mal, castigarla por haberse ido.
¿Qué debería hacer entonces el pobre niño para demostrar que sí que le pasa algo, que no es comedia? ¿Pasarse seis, ocho o diez horas seguidas llorando en la guardería? Por favor, nadie puede hacer eso, por grande que sea su dolor. Imagínese que acude al funeral de un buen amigo. Seguro que pasa un rato muy triste, y en algún momento busca el contacto de un amigo común, se abrazan y lloran. Pero al cabo de unas horas estará tomando un café, tal vez con ese mismo amigo común, y hablarán de cosas sin importancia, y sonreirá, y esa misma noche cenará y verá la tele, y al día siguiente irá a trabajar como si nada, y nadie en el trabajo sabrá que viene usted de un funeral, y alguien contará un chiste, y usted se reirá. ¿Significa eso que no le pasa nada, que su dolor no era sincero, que sólo hacía comedia? Pero no hace falta recurrir a ejemplos tan extremos, pues también la madre sufre cuando se separa de su hijo pequeño. ¿Acaso no se le partió el corazón cuando lo dejó por la mañana? ¿No ha pensado varias veces en él, qué hará, cómo estará, habrá llorado mucho? ¿No ha venido lo antes posible a recogerlo? Y, sin embargo, ¿no ha pasado la mañana trabajando normalmente, disimulando su dolor, hablando con la gente, sonriendo? Pues su hijo ha hecho lo mismo.

No es raro que el niño llore más a medida que va creciendo. A los 5 meses estaba tranquilo en la guardería, y tranquilo en casa. A los 14 meses llora cada mañana porque no quiere ir, y pasa las tardes de muy mal humor. Por un lado, como dijimos, la repetición de las separaciones aumenta la angustia. Pero, sobre todo, el niño de 5 meses no puede sentarse, no puede hablar, no puede gatear... sus posibilidades de expresar la angustia son menores, pero eso no significa que esté menos angustiado.
A veces, este cambio es relativamente brusco. Un niño que parecía bien adaptado a la guardería de pronto se resiste con uñas y dientes tras las vacaciones de Navidad o de verano. Creo que en estos casos influyen dos factores: por un lado, la relación con su madre ha mejorado mucho en esas semanas; ha sido tan feliz en su compañía que ahora la pérdida es más evidente. Por otro lado, los niños pequeños no comprenden muy bien eso de las vacaciones. Simplemente, se había acostumbrado a aceptar algo como inevitable, Mamá siempre se va a trabajar, y de pronto ve que no es inevitable. “Si la semana pasada se quedó conmigo, ¿por qué no puede quedarse también esta semana?”.

*********** Con quién dejaré a mi hijo

Si la madre tiene que ausentarse, para ir a trabajar o simplemente para ir a comprar el pan, alguien tendrá que substituirla (es muy peligroso dejar a un bebé o a un niño pequeño solo en una casa, aunque sea poco rato). ¿Qué características debería cumplir esa persona?
1.- Alguien que pueda dedicarle al niño tanto tiempo como le dedica la madre. Por supuesto que la madre no le dedica cada minuto de su tiempo: va al lavabo, habla por teléfono, prepara la comida... Pero cuando el bebé está despierto, pasa mucho rato mirándole a los ojos, diciéndole cosas, tocándole, cantándole... y también mucho rato saludándole desde lejos, diciéndole alguna cosa al pasar para mantener el contacto. Si el niño llora, la madre puede acudir en pocos minutos (a veces, en pocos segundos), y dejar cualquier otra cosa para tenerlo en brazos todo el tiempo que haga falta. La persona que la substituya, ¿tendrá tiempo material para hacer lo mismo?
2.- Alguien a quien el niño conozca. El padre es ideal, y la abuela (o el abuelo, que cada vez están más espabilados) u otros familiares también suelen serlo, si han tenido suficiente contacto previo con su hijo. Pero los niños no sienten “la llamada de la sangre”; si nunca ha visto a su abuela, es tan desconocida como cualquier otra persona.
Muchas madres intentan acostumbrar a su hijo a los biberones una semanas antes de volver al trabajo. Es un esfuerzo inútil, que suele conducir a la frustración (¿por qué iba a aceptar un biberón, si está allí el pecho de su madre?). No pierda el tiempo con eso; lo realmente importante es acostumbrarlo a la persona que le cuidará. Si va a ser la abuela, que venga o vayan a visitarla casi cada día. Si va a contratar a una cuidadora que venga a casa, contrátela con un par de semanas de antelación. Si va a llevarlo a la guardería, vaya con su hijo las últimas semanas.
Vaya con su hijo; esa es la clave. No estamos hablando de dejarlo solo con la canguro o en la guardería, y volver al cabo de una hora, y otro día al cabo de dos horas... Eso tal vez sea un poco mejor que dejarlo ocho horas de golpe; pero muy poco mejor. Lo que está haciendo en realidad es adelantar la separación en dos semanas, y desperdiciando parte del precioso tiempo que aún le queda para estar juntos.
No. Se trata de que la canguro venga a casa y estén las dos con su hijo, o de que vaya usted a la guardería y permanezca allí con él una o dos horas. Si su hijo conoce a la nueva cuidadora, o el nuevo ambiente de la guardería, precisamente cuando más angustiado está porque se ha separado de usted, es probable que asocie esas sensaciones desagradables al nuevo lugar o a las nuevas personas. Vamos, que les cogerá manía. En cambio, las personas y lugares a las que conoció en momentos de felicidad (es decir, estando con usted) le traen recuerdos agradables que le ayudan a soportar la separación. Y también se abre camino en su cabecita una vaga idea de que “esta señora es amiga de Mamá, puedo confiar en ella”.
Es posible que aún queden guarderías en que no permitan la entrada de la madre. En mi opinión, la negativa a que la madre entre en la clase en cualquier momento que ella elija, y permanezca junto a su hijo durante todo el tiempo que ella desee, sería motivo suficiente para empezar a buscar otra guardería.
3.- Alguien estable. No es bueno que un niño pequeño pase de mano en mano. Tanto las abuelas como las guarderías suelen cumplir este requisito de estabilidad; pero si contrata a una canguro, asegúrese de que realmente piensa dedicarse durante años a cuidar de su hijo, y no está simplemente buscando un empleo de verano.
4.- Alguien en quien pueda confiar plenamente. Que trate a su hijo con cariño y respeto, que jamás le haga daño. Del padre, de los abuelos, de los tíos, usted ya sabe, por experiencia de años, qué puede esperar. Pero dejar a su hijo en manos de una desconocida requiere un acto de fe, y este es otro motivo por el que conviene que no sólo su hijo, sino usted misma, conozca a esas personas durante un par de semanas, y valore durante horas su conducta hacia el bebé. Por desgracia, de vez en cuando se descubren casos de malos tratos o abusos sexuales. No tenga miedo a parecer obsesiva o desconfiada; tiene usted todo el derecho del mundo a desconfiar, a pedir referencias, a hablar largo y tendido con esa persona y “examinarla” (“¿crees que es bueno cogerlos en brazos?” “¿qué harás cuando llore?” “¿y si no quiere la papilla?”). Al fin y al cabo, le está usted confiando su bien más preciado, su propio hijo, y en el momento en que es más vulnerable. Si no se atreve a dejarle a esa persona las llaves de su casa, las llaves de su coche o su tarjeta de crédito, ¿cómo se atreve a dejarle a su hijo?
La persona que cuide a su hijo debe tener también la madurez y experiencia necesarias. Una adolescente puede ser adecuada para hacer compañía a un niño de seis años mientras usted va al cine; pero cuidar a un bebé no es lo mismo.

******* Las opciones en la práctica

1.- Abuelos y otros familiares. Deben tener, por supuesto, ganas de encargarse de su hijo, y salud y fuerza suficiente para hacerlo. A veces vemos abuelas auténticamente explotadas, la palabra es dura pero real.
En el otro extremo, algunas madres podrían dejar a su hijo con un familiar deseoso de cuidarlo, pero no se atreven por temor a parecer “aprovechadas”. En algunos casos, una forma de superar esta situación es pagar por el cuidado de su hijo, como pagaría si lo llevase a la guardería. Así puede obtener una buena atención para su hijo sin sentir que se aprovecha, y al mismo tiempo puede ayudar económicamente a unos abuelos con una pensión escasa o a una hermana en paro sin ofenderles.

2.- Alguien que venga a casa a cuidar a su hijo. Puede ser una amiga o conocida que necesite un trabajo. Para buscar a una profesional, una buena opción es a través de una guardería. Allí van las estudiantes de puericultura a hacer prácticas, y pueden recomendarle a alguna.

3.- Llevar a su hijo a casa de otra persona. En ocasiones, tres o cuatro amigas con niños de edades similares se ponen de acuerdo, una cuida a todos los niños mientras las otras trabajan, y comparten sus ganancias. En algunos países, los gobiernos facilitan y subvencionan estos arreglos. En España, algunos ayuntamientos, como el de Sant Feliu de Guixols, promueven un servicio de cuidadoras de niños, haciendo cursos de formación y dando a las cuidadoras un diploma.

4.- Llevar a su hijo a una guardería. En el momento actual, esta suele ser la opción menos recomendable, pues por desgracia la legislación española permite ocho niños menores de un año por cuidadora, y muchos más después del año, lo que es absolutamente incompatible con una atención adecuada. Incluso una persona cariñosa, experimentada y dedicada no tendrá tiempo material para cuidar a ocho bebés. Sólo en darles de comer y cambiar pañales se le pasará casi todo el tiempo. En Estados Unidos, la ley sólo permite cuatro niños por cuidadora, y muchos expertos consideran que eso es excesivo y que debería reducirse a tres.
El problema, por supuesto, es económico. Las guarderías no se inventaron para satisfacer una necesidad de los niños, sino una necesidad del sistema capitalista, que necesita el trabajo de los padres para mantener niveles de producción y consumo adecuados, y por tanto algo hay que hacer con los niños. En Bielorrusia, donde las madres disfrutan de una licencia de maternidad de tres años (recuerdo del sistema comunista), no hay guarderías. ¿Quién iba a querer instalar una?
Por lo tanto, el razonamiento no ha sido: “los niños necesitan tanto espacio, tantas cuidadoras, tantos materiales... todo esto cuesta tanto dinero, vamos a ver de dónde lo sacamos”, sino al revés: “disponemos de tanto dinero, vamos a ver para qué nos llega”. Y la cantidad de dinero disponible es sólo, por definición, una pequeña parte de lo que gana la madre, porque si no no le saldría a cuenta ir a trabajar. Y en nuestra sociedad las madres suelen ganar menos que los padres. Así que sólo llega para grupos sobrecargados a cargo de cuidadoras mal pagadas (las puericultoras de la guardería deberían ganar más que los profesores de universidad, puesto que están haciendo un trabajo más difícil, más delicado y más importante).
Esta aberración se extiende por toda la sociedad, contribuyendo a desprestigiar el cuidado de los niños: La hora de faenas domésticas se paga mejor que la hora de cuidado de niños (qué es más importante, ¿que le dejen el suelo bien limpio o que atiendan bien a su hijo de un año?). La madre que toma la costosa (pues no cobra) decisión de dedicarse plenamente a cuidar a sus hijos durante meses o años no es más que una “maruja”, y muchos en su entorno se asombran o se compadecen de ella porque “no hace nada” o “renuncia a su carrera”. En cambio, la que trabaja fuera de casa “se realiza”, sea cual sea ese trabajo: escribir a máquina durante horas, meter sardinas en una lata o incluso cuidar a ocho bebés en una guardería.
Si necesita llevar a su hijo a una guardería, visite varias y compruebe cuántos niños hay en cada una, cómo les tratan, el carácter y la simpatía de las señoritas, si dejan entrar a la madre... Si trabaja lejos de casa, si tiene que pasar cada dia una hora en el tren o el autobús, le conviene una guardería cercana a su lugar de trabajo: así puede estar una hora más con su hijo al ir, y otra al volver, y tal vez incluso visitarle a la hora del bocadillo.

************* Cómo recuperar lo perdido
Ofrézcale a su hijo todo el cariño, el contacto físico y la atención que pueda durante todo el tiempo que pueda, por las tardes y en los fines de semana. Acepte su conducta como normal, reconozca que sus llantos, protestas y exigencias no son “caprichos” ni indicios de malcriamiento, sino pruebas de amor.
Muchos bebés parecen iniciar espontánemente un programa de “reducción de daños”. Mientras su madre no está, se pasan casi todo el rato durmiendo y no comen nada o casi nada, ni siquiera aceptan la leche que su madre se sacó y les dejó en la nevera. Luego pasan la tarde y la noche en danza y enganchados a la teta. Es agotador, pero al mismo tiempo un gran consuelo para la madre, que piensa “es como si no me hubiera ido, no me echó de menos porque estaba durmiendo”. Muchas madres que trabajan deciden meterse al niño en la cama por la noche; es la manera más fácil de satisfacer las necesidades de pecho y contacto de su hijo, y al mismo tiempo dormir lo suficiente para poder mantener la cordura. Recuerde, el meollo de la conducta de apego, lo que su hijo instintivamente necesita, es su presencia. Incluso una madre dormida le sirve, al menos por la noche. Ya ha tenido la tarde para mirarle a los ojos, hablarle, jugar con él... ahora puede dormir tranquila, que su hijo ya se tranquilizará solito cuando se despierte y la vea a su lado.




Ilustración: Patricia Metola

sábado, 18 de octubre de 2008

Nuestros hijos de Mayores. Por el Dr. Carlos Gonzalez


De mayores, ¿cómo nos gustaría que fueran nuestros hijos? ¿Ricos y famosos? Aunque ricos hay pocos, y no siempre son felices. Eso, eso es lo importante, que sean felices.

Claro que, bien pensado, con la felicidad no basta. Hay quien es feliz robando y matando, hay quien es feliz a costa de los demás… Realmente, esto del futuro de los hijos es algo que no se puede decidir a la ligera. Habrá que reflexionar. ¿Cómo queremos que sea nuestro hijo? Tal vez muchos lectores piensen así: “Que sea cariñoso, amable, sincero, trabajador, honrado. Que sea capaz de encontrar un lugar en el mundo y sepa ser feliz en él. Que encuentre alguien a quien amar, y que se haga merecedor de ser amado. Que sepa obedecer sin servilismo, y mandar sin arrogancia. Que no se humille ante los grandes ni desprecie a los pequeños. Que haga valer sus derechos y respete los de los demás. Que tenga muchos amigos y los sepa conservar, que sea capaz de ayudar y de pedir ayuda, de escuchar y de hacerse oír, de confiar en quienes lo merecen y en merecer la confianza de los demás. Que disfrute de las alegrías y se mantenga firme ante las penalidades. Que de más importancia a las personas que a las cosas, a los amigos que a las riquezas”.

Pues bien, hace unos meses la nave de exploración miposiana PJ-328 estuvo estudiando nuestro planeta, con el propósito de conocer cuáles son nuestras prioridades en la educación de nuestros hijos. Son antropólogos (el original dice “zoólogos”, debe ser un error) analizaron miles de horas de interacción entre padres e hijos, tanto al aire libre como en las casas (muy útiles, esas cámaras de rayos X). Observaron a qué dedican los padres más tiempo, qué motivos les llevan a reñir o a felicitar a sus hijos, qué conductas les ponen más nerviosos. En su informe leemos: “Los terrícolas educan a sus hijos para que se conviertan en un tipo especial de adulto, muy apreciado socialmente: un adulto que se lo coma todo, que duerma de un tirón y recoja su habitación. Un adulto que nunca interrumpa a otros adultos cuando hablan, que no grite, no salte, no corra por los pasillos ni dibuje en las paredes, que no se manche al comer helado y no deje migas en el sofá. Un adulto que coma sin poner los codos encima de la mesa, sin hacer ruido con la sopa ni levantar del suelo ninguna pata de su silla”. ¿Y usted? Si un zoólogo miposiano le observa hablando con su hijo, ¿Llegaría a adivinar qué cosas son para usted las más importantes, y cuáles no lo son? Seamos consecuentes con nuestras prioridades, aunque solo sea para no confundir a los miposianos.

Ilustración: Patricia Metola

jueves, 16 de octubre de 2008

Enseñar a rezar a los hijos pequeños...



Los padres somos los trasmisores de la fe. Como toda enseñanza, la daremos de mejor modo si vivimos lo que pretendemos enseñar, pero aún así, si no somos todo lo perfectos que desearíamos, no nos desanimemos, que gracia no nos va a faltar; Dios nos eligió para ser padres o superiores de estos niños que debemos ayudar a llegar al cielo, confiemos en Él que en definitiva da el incremento de la fe.

Antes que nada, busca unas dos o tres oraciones muy sencillas, ojalá rimadas, para que sea un hábito en algún momento del día. Idealmente puede ser al acostarse, pero sin que ya los esté venciendo el sueño, para que se acostumbren a no irse a la cama sin recordar que son HIJOS DE DIOS. Destaca ésto, pues si algún día les faltáramos, será natural para ellos recordar que tienen un Padre que no falla, no muere, no abandona y que los quiere por sobre cualquier consideración.
El momento de la oración con los niños debe ser grato, sin apuro, pues es la hora en que se abren los corazones también y salen las confidencias que con el correr de los años serán el mayor tesoro entre las generaciones: la confianza.

No sólo hagas con ellos oraciones vocales ya estructuradas, hechas, sino que busca por sobre todo que vayan siendo capaces de HABLAR CON DIOS de sus cosas, que es la esencia de toda oración, sin olvidar a los demás que son sus prójimos.

Enséñales un orden:

A agradecer.
Proponles algo así como: ¿Qué cosas buenas pasaron hoy? démosle gracias al Señor pues no todos los niños han tenido cosas tan buenas este día.
Recuérdales los niños enfermos, tristes, solos, etc y que agradezcan las cosas MUY sencillas, pues son dones de Dios personalmente para ellos. Que descubran sus regalos escondidos en lo cotidiano. Los hará ser generosos y a no exigie más de la cuenta.

A pedir perdón.
¿Quién estará triste por culpa mía hoy? ¿tus hermanos? ¿tus padres? ¿tus amigos? ¿Dios? que pidan perdón con gran paz, y que luego lo hagan frente a los afectados. Se acostumbrarán a perdonar ofensas más dolorosas y sobre todo a perdonarse ellos mismos. No cargarán con culpas agobiantes. Ya les enseñaste que Dios es su Padre, y como los ama, los perdona.

A contarle sus cosas de niños.
El hecho de exponer los sucesos del día ya hace tener una conciencia especial de ellos. Obliga a tomar distancia, a ser más objetivos. Les servirá toda la vida también.

A pedir por todas las necesidades.
No sólo por las propias, ni sólo las materiales. Enséñales a MIRAR a los demás y sus carencias. Los hará hombres y mujeres de bien, caritativos, generosos y solidarios que a la larga les dará una felicidad en la tierra y luego en el cielo que nunca nadie les podrá arrebatar.

No viene mal que se acostumbren a pensar en Dios, en las verdades de la fe; en el cielo, en el infierno, pero sin agobios ni miedos, más bien como un lugar altamente indeseable y triste, lejos de Dios. Sí, lamentablemente existe, no cometas el error de negarlo -es dogma de fe-, más bien colócalo en su sitio y destaca lo hermoso que es ir al cielo pues el Señor les tiene preparado unos lugares especiales para ellos y para nosotros sus padres, para gozar todos juntos de su gloria.

Insisto en que es muy fácil aprender la fe de labios de sus padres si somos fieles, CONSTANTES y piadosos los mayores. Dios desea que lo hagamos. Contemos con su ayuda.




Una linda oración para que aprendan:


Ángel de mi guarda,
dulce compañía,
no me desampares
de noche ni de día,
hasta que descanse
en los brazos
de Jesús, José y María.
Amén

miércoles, 15 de octubre de 2008

Me dejó pensando esta frase...

"Quiéreme cuando menos me lo merezca porque será cuando más lo necesite"






o lo que es lo mismo: "intenta ponerte en mi lugar porque yo también lo estoy pasando mal".

martes, 14 de octubre de 2008

No hay motivo para engañar a los chicos



“No hay ningún motivo válido para engañar a los niños”,
Bertrand Russell

Nunca sabemos, exactamente, qué hacer con ellos. Tienen tanta luz que nos cuesta verlos. A veces los tratamos como adultos, otras como tontos, y ellos no paran de ponernos a prueba porque necesitan saber cómo es el mundo. A veces los inventamos, en lugar de descubrirlos, porque inventar es, siempre, más tranquilizador: sabemos dónde llegar y caminamos hasta ahí.

Descubrir es azaroso. Les enseñamos a caminar para pedirles luego que se queden quietos, les pedimos que sueñen, pero con horario de oficina (“Ahora ya eres grande, hijo mío. Deja de fantasear”, le dice el padre al protagonista de La historia sin fin). A veces son la excusa demagógica perfecta:
–Yo aprendo mucho de mis alumnos de cinco años… –dice la maestra que parece tener poco para enseñarles.
–Lo único que no hago es emborracharme con el pendejo–dice el padre que no pudo ser tal y, culposo, decidió ser amigo de su hijo.

Casi siempre los condenamos al amor condicional: voy a quererte si sos lo que quiero, si te parecés a mí. Nos desespera verlos como personas: pueden ser, como mucho, versiones mejoradas del software original, una especie de papámamá 2.0, pero sólo compatibles con nosotros.

Nos divierte que jueguen a ser grandes, pero que sólo jueguen:
–¿Tenés novia? –le pregunta la vecina al nene de ocho años.
–¿Tenés novio? –le preguntan a la beba de tres, que no conoce la palabra pero sabe que al decir que sí, todos estallarán de risa.

En el colegio es peor: todos les plantean preguntas ajenas y muy pocas veces intentan ayudarlos a responder las propias. Los niños intuyen que se trata de repetir letras ajenas y así lo hacen, desesperados por la aprobación; así premiamos al niño-monstruo, al mejor adaptado, al más extraño, al peor extranjero de su propia niñez, al que habla como un ingeniero civil a punto de jubilarse.

–¡Seremos como el Che! –gritan con el puño en alto los niños cubanos, pañuelo rojo al cuello y gorra militar.

Los niños con respuestas de adultos siempre son niños tristes. La vida me empujó de la infancia a la juventud, y sé de qué se trata: ni el sueño ni la vida se recuperan, lo que no fue se convierte en melancolía del pasado, imaginaria tristeza por lo que no estuvo.

Fui también padre separado y recorrí con Bárbara todas las plazas de la ciudad: allí pude ver, por primera vez, cómo los adultos insultan a los niños:
–¡Mirá el boludo éste! –grita un padre.
–¡Dale, tarado, saltá! –ordena otro.

He escuchado, también, a padres con educación terciaria, defender la teoría del “chirlo correctivo”: si el chirlo corrige un error menor, la trompada remediará uno más importante, y una descarga eléctrica uno grave, ¿no? La delgada línea que sostiene el respeto es muy difícil de reconstruir: el insulto –ni hablar, claro, del resto– vuelve presente la sensación de abuso físico: soy más grande que vos, puedo callarte. La relación con ellos está plagada de cortocircuitos: el padre que protesta por la corrupción pero falsifica los vales de nafta del trabajo, la madre que pontifica sobre el amor y le cuenta a la hija de sus coqueteos. A veces actuamos frente a ellos como si no estuvieran ahí, mirando. Como si no entendieran lo que ven. Son chicos.

Decidimos, por comodidad, que los van a educar en el colegio. Nos equivocamos. Nada logrará el colegio que la casa desautorice; en el mejor de los casos el colegio hará posible que caminen por la selva evitando el peligro, o que sepan descubrir un atajo. El resto, la vida, el amor, la muerte, la confianza, la soledad, los sueños, suceden en la casa.

Y todo lo demás: también queremos matarlos, disolverlos en ácido, son insoportables cuando gritan o se encaprichan, nos ponen a prueba todo el tiempo y es terrible descubrirse extorsionándolos (“O hacés tal cosa o…”) y es atroz, absolutamente atroz, que no haya manual alguno, ninguna regla, ninguna ley, ningún saber incuestionado que dé una solución. Pero el otro día alguien me preguntó si creía en Dios, y solté sin pensarlo un segundo:

–Claro que creo. ¿Cómo no voy a creer? Existen los chicos.

De modo que perdón a los niños por no estar a su altura y ojalá algún día nosotros, los grandes, seamos merecedores de ese nombre.

Texto:Jorge Lanata

Ilustración: Valeria Docampo

lunes, 13 de octubre de 2008

Una vista general de las etapas de tu embarazo


Primer trimestre

Cambios en su cuerpo
Durante los primeros tres meses de embarazo, o primer trimestre, su cuerpo está experimentando muchos cambios. A medida que su cuerpo se adapta al bebé en desarrollo, puede padecer náuseas, fatiga, dolores de espalda, vaivenes de ánimo y estrés. Tan sólo recuerde que esas cosas son normales durante el embarazo, a medida que su cuerpo experimenta cambios. La mayor parte de estas molestias desaparecerá a medida que avance su embarazo. ¡Y puede que algunas mujeres no tengan ninguna molestia! Si ha estado embarazada anteriormente, puede que se sienta diferente durante este embarazo. Así como cada mujer es distinta, también lo es cada embarazo. Además, a medida que su cuerpo cambia, puede que deba modificar su rutina normal y diaria. Estos son los cambios o síntomas más comunes que puede experimentar durante su primer trimestre:

Cansancio
Durante su embarazo, puede que se sienta cansada aunque haya dormido mucho durante la noche. Muchas mujeres se sienten exhaustas durante su primer trimestre. No se preocupe, ¡esto es normal! Esta es la manera en que su cuerpo le está diciendo que necesita descansar más. Después de todo, su cuerpo está trabajando mucho para desarrollar una nueva vida. El cansancio pasará con el tiempo y será reemplazado por una sensación de bienestar y más energía. Cuando esté cansada, descanse. Intente dormir aproximadamente ocho horas durante la noche, y duerma una siesta si puede durante el día. Si está estresada, trate de encontrar una forma de relajarse. Puede que quiera comenzar a dormir sobre su lado izquierdo, si le es más cómodo. Esto aliviará la presión sobre los principales vasos sanguíneos que le suministran oxígeno y nutrientes al feto. Si padece hipertensión arterial durante el embarazo, es más importante aún estar de su lado izquierdo cuando se acueste.

Náuseas y vómitos
Las náuseas y los vómitos, que suelen llamarse “malestar matinal”, son comunes durante las primeras etapas del embarazo. Para muchas mujeres, sin embargo, esto no se limita a la mañana. Aunque parezca que durarán para siempre, las náuseas y los vómitos suelen desaparecer luego del primer trimestre. Pruebe algunos de estos consejos para aliviar sus náuseas:

Aliméntese mediante comidas frecuentes y pequeñas (de 6 a 8 pequeñas comidas por día, en lugar de 3 comidas grandes).

Evite los alimentos de alto contenido graso, fritos o picantes.

Pruebe consumir alimentos feculentos, como las tostadas, galletas saladas, cereales Cheerios u otros cereales secos. Tenga algunos al lado de su cama y cómalos antes de levantarse a la mañana o cuando se levanta durante la noche. Lleve también algunos siempre con usted, por si siente náuseas.

Pruebe beber bebidas con gas como el ginger ale o el agua gasificada entre las comidas.

Consúltele a su médico si debería dejar de tomar sus vitaminas prenatales por un tiempo si éstas empeoran su malestar matinal.

Consúltele a su médico si debería recibir tratamientos con vitamina B6 para las náuseas y los vómitos graves que no mejoran con los cambios en la dieta mencionados anteriormente.

Si está vomitando demasiado, puede que deba llamar a su médico para asegurarse de que no se está deshidratando (perdiendo demasiados líquidos de su cuerpo). Cuando las náuseas y los vómitos comiencen a desaparecer, intente reanudar un plan de alimentación saludable, y tome sus vitaminas prenatales.

Frecuencia de la orinación
¿Está todo el tiempo corriendo al baño? La orinación frecuente es común durante el embarazo. En las primeras etapas del embarazo, el feto en desarrollo presiona su vejiga. Si nota dolor, ardor, pus o sangre en su orina, consulte a su médico de inmediato. Puede que padezca una infección de las vías urinarias que deba ser tratada.

Constipación
A medida que su útero comienza a expandirse, puede que note que está constipada. Para prevenir la constipación, pruebe consumir frutas frescas o secas, verduras crudas y cereales o panes integrales todos los días. Además, trate de beber entre ocho y diez vasos de agua por día. Algunos de estos vasos de agua pueden ser reemplazados por jugo de frutas o verduras. Trate de evitar las bebidas con cafeína (café, té, bebidas colas y algunas otras bebidas gaseosas), ya que la cafeína hace que su cuerpo pierda líquidos y no alivia la constipación.

Mareos
Los mareos, los vahídos o inclusive los desmayos, pueden suceder en cualquier etapa del embarazo, ya que ahora hay más sangre que desciende hacia su útero y sus piernas. Puede ayudar a aliviar estos síntomas acostándose sobre su lado izquierdo. O para ayudar a evitarlos, trate de moverse más en lugar de estar sentada o parada en la misma posición por mucho tiempo.

Várices y hemorroides
Durante el embarazo, la presión sobre la venas grandes que se encuentran detrás del útero hace que la sangre se demore en regresar al corazón. Esto puede causar várices en las piernas y hemorroides (várices en la vagina o alrededor del ano). Las várices tienen el aspecto de venas hinchadas que sobresalen de la superficie de la piel. Pueden estar retorcidas o abultadas, y son de color morado oscuro o azules. Se las encuentra más a menudo en la parte posterior de las pantorrillas o en el área interior de la pierna, en cualquier lugar desde la ingle hasta el tobillo. Puede intentar prevenir las várices durante el embarazo haciendo lo siguiente:

Evitando las medias autosostén o ligas apretadas.

Sentándose con sus piernas y pies levantados del piso cuando sea posible. Si trabaja en un escritorio, puede elevar sus pies con una banqueta, una caja o varios libros. O cuando esté relajándose en su casa, mantenga sus pies en alto sobre una banqueta, algunos almohadones sobre el sillón, u otra silla.

Calambres en la piernas
En diferentes momentos a lo largo de su embarazo, puede tener calambres en sus piernas o sus pies. Esto se debe a un cambio en la forma en que su cuerpo procesa, o metaboliza, el calcio. Una forma de prevenir estos calambres es asegurarse de obtener suficiente cantidad de calcio a través de la leche descremada o de bajo contenido graso, y de alimentos ricos en calcio. También tiene algo de calcio en sus vitaminas prenatales, pero puede que necesite tomar un suplemento de calcio si no obtiene suficiente cantidad por medio de su dieta. Consulte a su médico antes de tomar suplementos de calcio.

Puede aliviar los calambres en las piernas y los pies estirando suavemente el músculo. Si tiene un calambre súbito en la pierna, flexione su pie en dirección de su cuerpo. Si pone el pie de punta para estirar la pierna, puede que el calambre empeore. Envolver el músculo en una almohadilla térmica caliente o una toalla tibia y húmeda puede ayudar a que éste se relaje.

Hemorragias nasales, nariz tapada, sangrado en las encías
Estas pequeñas molestias son el resultado de los efectos hormonales en los tejidos de su garganta, boca y nariz. Por lo general no son graves y puede que ni siquiera los note. Cuando se suene la nariz, puede que vea una pequeña cantidad de sangre en el pañuelo. Sople suavemente, y detenga una hemorragia nasal tan sólo presionando su nariz con sus dedos pulgar e índice por unos minutos. Sin embargo, consulte a su médico si padece hemorragias nasales que no paran en unos pocos minutos o que suceden a menudo. Cualquier caso de nariz tapada que tenga durante su embarazo no debe ser extremo y puede ser aliviado bebiendo más agua o utilizando un humidificador de vaporización fresca en su dormitorio. Consulte a su médico antes de tomar cualquier medicamento de venta libre o recetado para el resfrío o la nariz tapada. Puede aliviar el sangrado en las encías cepillándose con un cepillo dental de cerda suave y utilizando hilo dental diariamente.

Cambios en su bebé
Al final de este trimestre, su bebé tiene aproximadamente tres pulgadas de longitud y pesa aproximadamente media onza. Los ojos se acercan uno al otro hacia sus posiciones, y las orejas también se encuentran en su posición. El hígado está produciendo bilis, y los riñones están secretando orina dentro de la vejiga. Aunque todavía no puede sentir a su bebé moviéndose, si presiona su abdomen, su bebé responde moviéndose dentro suyo.

Atención prenatal
Visitas y exámenes
Durante estos meses especiales del embarazo, particularmente durante los primeros meses, es muy importante visitar a su médico regularmente. Su médico le programará controles regulares durante los próximos nueve meses para mantener sano a su bebé y evitar los problemas en el parto. ¡Trabaje junto a su médico en el manejo de su atención! Vaya a todas sus citas: ¡todas son importantes! Un embarazo típico dura 40 semanas, contando a partir del primer día de su último período menstrual. El primer trimestre dura 12 semanas, el segundo dura desde la semana 13 hasta el fin de la semana 27, y el tercero desde la semana 28 hasta la semana 40. Su doctor se referirá a su embarazo por la edad en semanas del feto.

Durante la primer visita prenatal, su médico hablará acerca de partes importantes de sus antecedentes de salud que puedan tener algún efecto importante en su embarazo. Entre estas se encuentran enfermedades, operaciones, y embarazos anteriores. Habrá preguntas acerca de los antecedentes de salud de su familia. Se llevará a cabo un examen físico completo, análisis de laboratorio y una prueba de Papanicolaou. De aquí en adelante se controlarán su presión arterial, su orina y su peso en cada visita.

Puede que necesite otros análisis de laboratorio debido a razones especiales de índole genética o médica, como análisis de sangre u orina, cultivos para buscar infecciones, o exámenes de ultrasonido. Su médico hablará con usted acerca de ellos durante sus visitas. Su médico calculará su fecha estimativa de parto y contestará sus preguntas acerca de cualquier inquietud que pueda tener.

Cómo cuidar su salud
Consumo de tabaco, alcohol y drogas
Al cuidar su salud durante el embarazo, también está criando a la nueva vida dentro suyo.

Si fuma, deje de hacerlo, ya que el consumo de tabaco durante el embarazo le transfiere nicotina y químicos cancerígenos a su bebé. El consumo de tabaco también le impide a su bebé obtener la nutrición que necesita mientras se encuentra en su útero, y aumenta el riesgo de muerte fetal y parto prematuro (un bebé de bajo peso al nacer, nacido antes de tiempo).

Deje de consumir alcohol si lo hace. Se desconoce la cantidad exacta de alcohol que se necesita para causarle problemas a su bebé. Sin embargo, se ha demostrado que tanto beber todos los días, como beber grandes cantidades de alcohol de vez en cuando, tiene efectos nocivos para su bebé.

Informe a su médico si está tomando algún medicamento o usando drogas ilegales. Algunos medicamentos pueden ser nocivos para el desarrollo de su bebé. Sólo tome medicamentos recetados o aprobados por su médico. Nunca debe consumir drogas ilegales como la marihuana, cocaína, heroína, anfetaminas, barbitúricos, LSD, u otras. Consulte a su médico de inmediato si necesita ayuda para dejar de fumar o de beber, o con un problema de drogas. También puede hablar con un miembro de su comunidad religiosa, un consejero, o un amigo de confianza.

Trabajo
Muchas mujeres siguen trabajando durante el embarazo. Mantenerse activa puede ayudarle a mantenerse sana. Si tiene alguna pregunta acerca de la seguridad de su trabajo en particular, hable con su médico.

Una dieta saludable
Lo que usted come ya no sólo es importante para su propia salud, sino para la salud actual y futura de su bebé. Los alimentos sanos son la base para su bebé en desarrollo, ya que el embarazo es un período complejo en el que se desarrollan nuevos tejidos y órganos. Durante el embarazo, trate de que la mayor parte de los alimentos que elija sea saludable.

Aumento de peso
El aumento de peso durante el embarazo depende de su estatura y de cuánto pesaba antes de quedar embarazada. Todo el aumento de peso durante el embarazo debería ser gradual, con el mayor aumento de peso durante el último trimestre. Durante el primer trimestre, es normal aumentar sólo un poco, aproximadamente una libra por mes.

Según el Colegio Estadounidense de Obstetras y Ginecólogos (ACOG, por sus siglas en inglés), si tenía un peso inferior al debido antes del embarazo, debería aumentar entre 28 y 40 libras durante todo el embarazo. Si estaba excedida de peso, debería aumentar entre 15 y 25 libras durante todo el embarazo. Estudios recientes indican que las mujeres que aumentan de peso más de lo recomendado durante el embarazo, y no pierden este peso durante los primeros seis meses después del parto, tienen un riesgo mucho más alto de ser obesas casi 10 años después. Consulte con su médico para averiguar cuánto aumento de peso durante el embarazo es sano para usted.

Ejercicio
Si no tiene problemas médicos con su embarazo, la actividad física en forma regular (30 minutos por día, la mayor parte de los días de la semana), le puede ayudar a tener un embarazo y trabajos de parto más confortables. Además ayuda a reducir su riesgo de padecer problemas de salud tales como hipertensión arterial y diabetes gestacional. También le será más fácil recuperar una forma y un peso sano después del parto.

Las actividades normales y de bajo impacto como caminar o nadar, que no implican mucho rebote, estiramiento de sus músculos en toda su extensión o flexión profunda de sus articulaciones, son buenas para usted. Debido a que sus tejidos conjuntivos se estiran mucho más fácilmente durante el embarazo, los ejercicios de alto impacto o alta resistencia que implican mucho rebote o estiramiento extremo de los músculos pueden aumentar su riesgo de sufrir lesiones en las articulaciones. Aún si no hacía ejercicios en forma regular antes de quedar embarazada, igualmente puede iniciar un programa de ejercicios. Tan sólo comience de a poco y avance gradualmente. Consulte primero a su médico acerca de qué tipos de ejercicio o actividades son buenos para usted.

Un tipo de ejercicios que puede ayudar a que sus músculos se preparen para el parto, ayudar a dar soporte a su útero durante el embarazo, y ayudarla a controlar su orina son los ejercicios del suelo pélvico (también conocidos como ejercicios Kegel). Los músculos pélvicos son los mismos que usa para detener e iniciar su flujo de orina. Puede hacer este ejercicio estando parada, sentada o acostada.

Ejercicios kegel
Tense los músculos del suelo pélvico por cinco segundos, y luego relájelos.
Repita 10 veces. También puede consultar a su médico sobre cómo hacer este ejercicio.

Baños
Tanto los baños de inmersión como las duchas pueden tomarse durante el embarazo, pero los baños muy calientes, las tinas calientes o los saunas pueden ser nocivos para el feto, o causarle desmayos. También puede que quiera evitar tomar en forma frecuente baños de burbujas o baños con productos perfumados que puedan irritar su área vaginal, y aumentar su riesgo de padecer una infección de la vías urinarias o una infección por hongos. No use duchas vaginales, ni siquiera aquellas a base de vinagre, sin consultar primero a su médico. Aunque las secreciones vaginales tienden a ser más abundantes durante el embarazo, debe ver a su médico si padece picazón o ardor vaginal, o secreciones abundantes. Podría padecer una infección de las vías urinarias, una infección por hongos o una infección viral o bacteriana que deba ser tratada.

Cómo cuidar su boca y sus dientes
Los dientes y las encías de una mujer embarazada necesitan cuidados especiales. Sabemos que las mujeres embarazadas que padecen problemas de enfermedades periodontales tienen muchas más probabilidades de tener bebés prematuros de bajo peso al nacer. Esto puede ser el resultado de la transferencia de microbios bacterianos de la boca de la madre al bebé durante el tercer trimestre del embarazo. Los microbios pueden llegar al bebé a través de la placenta (un órgano temporal que une a la madre y al feto y le provee sangre y nutrientes al mismo), a través del líquido amniótico (líquido que rodea al feto), y través de la capa de tejidos del estómago de la madre.

Todas las futuras madres deben hacerse un examen oral completo antes o muy al principio del embarazo. Todos los trabajos dentales necesarios deben atenderse en forma temprana, porque los tratamientos urgentes durante el embarazo, aunque son posibles, pueden tener riesgos. Se pueden comenzar intervenciones para controlar los riesgos de padecer inflamación en las encías y enfermedades periodontales. Este también es el mejor momento para cambiar los hábitos que puedan afectar la salud de los dientes y las encías, y la del bebé. ¡Recuerde informarle a su dentista que está embarazada! Cepíllese con un cepillo suave y use hilo dental suavemente al menos dos veces por día. Haga clic aquí para obtener más información acerca de la salud oral en las mujeres.

Relaciones sexuales
Está bien tener relaciones sexuales a lo largo del embarazo a no ser que su médico le indique lo contrario. Algunas mujeres que han tenido abortos espontáneos deben evitar el coito durante los primeros tres meses. Debe consultar a su médico si tiene alguno de los siguientes síntomas durante el coito:

dolor en la vagina o en el abdomen
sangrado de la vagina
pérdida de agua (líquido amniótico) de la vagina


Segundo trimestre

Cambios en su cuerpo
Para la mayor parte de las mujeres, el segundo trimestre del embarazo es más fácil que el primero, pero también es importante mantenerse informada acerca de su embarazo durante esta etapa. Aunque pueda notar que algunos síntomas tales como las náuseas y la fatiga van desapareciendo, verá otros cambios nuevos y más evidentes en su cuerpo. Su abdomen se expandirá a medida que aumente de peso y su bebé continúe desarrollándose. Además, antes de que termine este trimestre, ¡sentirá que su bebé comienza a moverse! Puede que muchos otros síntomas que tenía durante el primer trimestre continúen, como la constipación y los calambres en las piernas, por lo que es importante continuar haciendo las cosas saludables que ya aprendió para ayudar a prevenir o tratar esos síntomas. Aquí hay algunos malestares que puede experimentar durante este trimestre:

Dolores
A medida que su útero y su abdomen se expanden, puede que sienta dolores en su abdomen, ingle o muslos. También puede sentir dolores de espalda o dolor cerca de su hueso pélvico debido a la presión de la cabeza del bebé, a su aumento de peso, y a que las articulaciones en esta área se están aflojando. Acostarse, descansar o aplicar calor pueden aliviar algunos de estos dolores. Si los dolores no mejoran después de descansar, lo mejor es llamar a su médico.

Falta de aire
A medida que su bebé aumenta de tamaño dentro suyo, tendrá una mayor presión sobre todos sus órganos, incluyendo sus pulmones. Puede que comience a notar que le falta el aire o que tiene dificultad para sostener la respiración. Intente respirar profunda y pausadamente, y mantener una buena postura para que sus pulmones tengan espacio para expandirse. Tal vez pueda respirar más libremente durante la noche si utiliza una almohada adicional o si duerme de costado.

Si duerme de costado, aliviará la presión sobre los principales vasos sanguíneos que suministran oxígeno y nutrientes al feto. Si padece hipertensión arterial, es aún más importante que duerma de costado cuando esté acostada.

Marcas de estiramiento u otros cambios en la piel
Puede que haya escuchado historias de otros miembros de su familia sobre las temidas marcas de estiramiento del embarazo. Las marcas de estiramiento son rayas rojas, rosadas o moradas en la piel, normalmente en los muslos, nalgas, abdomen y senos. Son cicatrices causadas por el estiramiento de la piel, y suelen aparecer durante la segunda mitad del embarazo. Sin embargo, sólo alrededor de la mitad de las mujeres embarazadas tiene marcas de estiramiento. Pueden comenzar como rayas rosadas, marrones rojizas o marrones oscuras, dependiendo del tono de su piel. Aunque las cremas y las lociones pueden mantener su piel bien hidratada, no evitan que se formen las marcas de estiramiento. La mayor parte de las marcas de estiramiento se descolora convirtiéndose en líneas muy claras luego del parto.

Además de las marcas de estiramiento, puede que note otros cambios en su piel durante la segunda mitad de su embarazo. Puede que note que sus pezones son más oscuros que antes de quedar embarazada, o que tiene una línea oscura en la piel que va por su abdomen desde su ombligo hasta el vello púbico, llamada la línea nigra. También puede que tenga pigmentaciones de manchas marrones en su frente, nariz o mejillas. Estos cambios en la piel se llaman melasma o cloasma. Son comunes en las mujeres de tez oscura. Estos cambios en la piel son causados por las hormonas del embarazo, y la mayor parte de ellos también se descolora o desaparece luego del parto.

Hormigueos y picazón
Los hormigueos y el entumecimiento en los dedos, así como la sensación de hinchazón en las manos, son comunes durante el embarazo. Estos síntomas se deben a la hinchazón de los tejidos en los estrechos conductos de sus muñecas, y deberían desaparecer luego de dar a luz a su bebé. También es común sentir picazón a medida que avanza su embarazo. Probablemente las hormonas del embarazo y el estiramiento de su piel, especialmente en su abdomen, sean las causas de la mayor parte de sus molestias. Aproximadamente el 20 por ciento de las mujeres embarazadas tiene algún tipo de picazón. Además, muchas mujeres embarazadas también experimentan enrojecimiento y picazón en las palmas de las manos y las plantas de los piel. Sólo en raras ocasiones las mujeres embarazadas desarrollan una condición llamada colestasis del embarazo, que consiste en picazón y náuseas, pérdida del apetito, vómitos, ictericia y fatiga. Esta condición es señal de un problema hepático grave. En general, la picazón suele desaparecer luego del parto. Mientras tanto, puede aliviar la picazón con humectantes. También puede utilizar jabones suaves, y evitar las duchas o los baños calientes que puedan secar su piel. Trate de no estar a una temperatura excesivamente alta, ya que el sarpullido por calor puede empeorar la picazón.

Cambios en su bebé
Para la semana 26, su bebé pesará aproximadamente una libra y tres cuartos, y tendrá aproximadamente 13 pulgadas de longitud. Junto con este crecimiento viene el desarrollo de los rasgos del bebé, incluyendo los dedos de las manos, los dedos de los pies, las pestañas y las cejas. Alrededor del quinto mes, ¡puede que sienta moverse a su bebé! Al final de este trimestre, todos los órganos esenciales de su bebé, tales como el corazón, los pulmones y los riñones, están formados.

Atención prenatal
Visitas y exámenes
Durante el segundo trimestre, su médico podrá observar si su bebé se está desarrollando en forma sana y posiblemente pueda ver el sexo de su bebé. Se le ofrecerán pruebas de evaluación para determinar la existencia de defectos genéticos congénitos. Los defectos congénitos son el resultados de problemas con los cromosomas de un bebé, que son parte de sus genes, recibidos de su madre y su padre en la concepción. Aunque la mayor parte de los bebés nacen sanos, muchos defectos genéticos congénitos ocurren sin que existan antecedentes familiares de ese trastorno. El riesgo de tener un bebé con defectos congénitos aumenta más a partir de los 35 años de edad. Estas son algunas de las pruebas que su médico puede ofrecerle:

Pruebas de evaluación
Las pruebas de evaluación no implican ningún riesgo para el feto ni para la madre. Los resultados de las pruebas de evaluación están expresados en términos de fracciones o probabilidades de tener un defecto congénito, basados en la edad de la madre. Por lo tanto, aunque no vaya a recibir un “sí” o un “no” como respuesta, las mujeres menores de 35 años de edad podrán saber si su riesgo es tan alto como el de una mujer de esa edad. Para las mujeres mayores a los 35 años de edad, las pruebas les ayudarán a saber si el riesgo que tienen por su edad aumenta o disminuye en su caso.

Ultrasonido dirigido – El mejor momento para hacerse esta prueba es entre las 18 y las 20 semanas de embarazo. La mayor parte de los problemas más graves de la formación de su bebé pueden ser vistos en este momento. Puede que algunos defectos físicos tales como los pies malformados o los defectos cardíacos no puedan verse. Su médico también deberá ver si su bebé tiene algún defecto del tubo neural, tal como la espina bífida. En la mayor parte de los casos, si desea saber el sexo de su bebé, puede preguntárselo al médico durante esta prueba. Esta prueba no es la más precisa para saber si su bebé padece síndrome de Down. Sólo uno de cada tres bebés que padecen síndrome de Down muestra un ultrasonido anormal durante el segundo trimestre.

Evaluación del marcador del suero maternal ("la prueba triple") – Esta prueba que busca defectos congénitos tales como el síndrome de Down, trisomía 18, o un defecto del tubo neural abierto, se hace normalmente entre las 15 y 20 semanas de embarazo. Consiste en tomar una muestra de su sangre para detectar 3 químicos producidos por el embarazo: la alfafetoproteína (AFP) (producida por el hígado del feto), y dos hormonas del embarazo: el estriol y la gonadotropina humana. Los niveles elevados de la AFP están relacionados con los defectos del tubo neural abierto. En las mujeres de 35 años de edad o mayores, esta prueba detecta el 80% de los fetos con síndrome de Down, trisomía 18, o un defecto del tubo neural abierto. En este grupo, habrá un índice de resultados positivos falsos del 22%. En las mujeres menores de 35 años de edad, esta prueba detecta aproximadamente el 65% de los fetos con síndrome de Down, y hay un índice de resultados positivos falsos de alrededor del 5%.

Evaluación de la traslucencia nucal (NTS, por sus siglas en inglés) – Este nuevo tipo de evaluación se ofrece entre las 11 y las 14 semanas de embarazo. Consiste en un examen de ultrasonido para observar el espesor de la parte posterior del cuello del feto, combinado con un análisis de sangre extraída del dedo de la madre, para detectar dos proteínas producidas por el embarazo. Esta prueba detecta el 90% de los casos de síndrome de Down y el 97% de los casos de trisomía 18. El índice de resultados positivos falsos es de alrededor del 5%. Esta prueba no se utiliza mucho, y no todos los médicos tienen acceso a ella. En algunos casos, puede que el seguro médico no la cubra. En Inglaterra y los Estados Unidos, los médicos que usan esta prueba creen que es una buena alternativa para muchas mujeres.

Pruebas diagnósticas
Las pruebas diagnósticas pueden darle respuestas definitivas acerca de si su bebé tiene un defecto congénito. Sin embargo, a diferencia de las pruebas de evaluación, son invasivas o presentan un riesgo de aborto espontáneo. La amniocentesis y la muestra del villus coriónico (CVS, por sus siglas en inglés) son las dos pruebas más utilizadas. Ambas pruebas tienen una precisión de más del 99% para detectar estos problemas. Estas pruebas también pueden indicarle el sexo de su bebé. En la mayoría de los casos, los resultados tardan unas dos semanas.

Amniocentesis – Esta prueba se lleva a cabo en embarazos de por lo menos 16 semanas. Consiste en la inserción por parte de su médico de una aguja delgada a través de su abdomen, dentro de su útero, y dentro del saco amniótico para extraer una pequeña cantidad de líquido amniótico y analizarlo. Las células del líquido se cultivan en un laboratorio para detectar problemas con los cromosomas. El líquido también puede ser analizado en busca de AFP. Aproximadamente 1 de cada 200 mujeres tiene un aborto espontáneo debido a esta prueba.

Muestra del villus coriónico (CVS) – Esta prueba se lleva a cabo entre las 10 y las 12 semanas de embarazo. Consiste en la inserción por parte de su médico de una aguja a través de su abdomen, o de un catéter a través de su cuello uterino para llegar hasta la placenta. Entonces su médico tomará una muestra de células de la placenta que pueden ser cultivadas en un laboratorio para detectar problemas con los cromosomas. Esta prueba no puede determinar si su bebé tiene defectos del tubo neural abierto. Aproximadamente 1 de cada 200 mujeres tiene un aborto espontáneo debido a esta prueba.

Cuándo debe llamar a su médico
Ahora es un buen momento para aprender las señales de los trabajos de parto antes de término o prematuros. Los trabajos de parto prematuros ocurren cuando una mujer tiene trabajos de parto antes de llegar a la semana 37 de su embarazo, o tres semanas antes de su fecha de parto. Si usted o su médico detectan alguna señal de trabajos de parto prematuros, existe una mayor probabilidad de detenerlos. Si los síntomas no se tratan, pueden causar repetidas contracciones que a su vez pueden hacer que se dilate (o abra) el cuello del útero y causar el nacimiento prematuro del bebé. Los bebés prematuros necesitan cuidados intensivos en el hospital luego del parto para ayudarlos a respirar, alimentarse y regular la temperatura de su cuerpo.

Cualquier mujer puede tener trabajos de parto antes de término, pero algunas mujeres tienen un mayor riesgo debido a problemas en el útero o la placenta, o por haber tenido un parto antes de término en un embarazo anterior. No se olvide de beber mucha agua para evitar deshidratarse, especialmente en climas cálidos, ya que la deshidratación puede causar trabajos de parto antes de término.

Llame a su médico de inmediato si tiene alguno de los siguientes síntomas de trabajos de parto antes de término:

Contracciones — Puede o no sentir dolor, pero su abdomen o estómago se endurecerá mucho (una sensación de que se aprieta) y luego se relajará, una y otra vez.

Retortijones similares a la menstruación — Puede o no sentirse incómoda con estos retortijones, pero se asemejan a los que siente cuando comienza su ciclo menstrual.

Dolores similares al gas — Se sienten como dolores agudos en su estómago, o como un virus estomacal. También puede padecer diarrea o náuseas.

Presión pélvica inferior — Se siente como si su bebé estuviese ejerciendo considerable presión muy abajo dentro suyo.

Dolor en la parte inferior de la espalda — Puede ser un dolor intenso o sordo.

Sangrado de la vagina — Pueden ser manchas pequeñas o más sangre como durante el período menstrual. La sangre puede ser roja o marrón.

Aumento en las secreciones de la vagina — Secreciones mucho más abundantes de lo que está acostumbrada durante su embarazo. Puede ser hasta un chorro súbito de mucha agua, o un pequeño goteo o pérdida continua. Las secreciones pueden ser líquidas, rosadas o parduscas.

Cómo cuidarse a sí misma
Asegúrese de continuar con los comportamientos saludables que aprendió durante su primer trimestre para cuidarse a sí misma y a la preciada vida que lleva dentro suyo.

Aumento de peso
Las mujeres embarazadas aumentan de peso a distinto ritmo, pero en promedio es normal aumentar aproximadamente una libra por semana, o alrededor de tres o cuatro libras por mes, durante este trimestre



Tercer trimestre


Cambios en su cuerpo
Puede que todavía tenga algunas de las molestias que tuvo durante su segundo trimestre, pero ahora notará que debe ir al baño más a menudo o que tiene más dificultad para respirar. Esto se debe a que el bebé está creciendo y aplicando más presión sobre sus órganos. No se preocupe, su bebé está bien y estos problemas disminuirán una vez que haya dado a luz. También puede experimentar algunos de los siguientes cambios:

Acidez estomacal
A medida que su bebé crece, su útero presiona contra su estómago y puede causar acidez estomacal, especialmente antes de acostarse o inmediatamente después de comer. Continúe evitando los alimentos grasosos y fritos, y aliméntese mediante seis a ocho comidas pequeñas en lugar de comidas grandes. También puede beber pequeños sorbos de leche o consumir pequeños trozos de hielo picado. Si su acidez estomacal es grave y no mejora siguiendo estos consejos, consulte a su médico. Hable también con su médico antes de tomar un medicamento antiácido.

Hinchazón
A medida que se acerca al fin de su embarazo, puede que note más hinchazón que antes, especialmente en sus tobillos, sus dedos y su rostro. Continúe bebiendo mucho líquido (lo mejor es el agua) y descanse cuando pueda con sus pies levantados del piso. Si nota una hinchazón súbita y extrema en cualquiera de estos lugares, o aumenta de peso en forma rápida y significativa, llame a su médico de inmediato. Esto puede ser señal de preeclampsia o toxemia.

Hemorroides
Puede que ahora comience a sentir más molestias por las hemorroides debido al aumento en la presión que su bebé en crecimiento ejerce sobre las venas de su recto. También puede estar constipada, lo que empeora las hemorroides porque puede estar esforzándose para evacuar los intestinos. Trate de evitar las hemorroides bebiendo mucho líquido y consumiendo muchos cereales integrales, verduras de hoja verde crudas o cocidas, y frutas. Intente no esforzarse para evacuar los intestinos, y siempre consulte a su médico antes de tomar un laxante.

Sensibilidad en los senos
Lo más probable es que sus senos hayan aumentado en tamaño y amplitud a medida que avanzó su embarazo. Al acercarse al fin de su embarazo, las hormonas de su cuerpo hacen que sus senos crezcan aún más para prepararse para la lactancia. Puede que sus senos se sientan rellenos y pesados, y pueden estar sensibles o incómodos. Usar un sostén de maternidad o lactancia que le quede bien le ayudará a estar más cómoda, porque este tipo de sostén le provee soporte adicional. Algunas mujeres embarazadas comienzan a tener pérdidas de colostro en su tercer trimestre. El colostro es la primera leche que sus senos producen para su bebé. Es un fluido espeso y amarillento que contiene anticuerpos que protegen a los bebés recién nacidos de las infecciones. Si las pérdidas son un problema, puede comprar protectores de lactancia desechables o de tela para colocar dentro de su sostén, que puede continuar utilizando cuando esté amamantando a su recién nacido.

Tanto ahora como después del parto, es una buena idea lavar sus pezones sólo con agua y no con jabón. El jabón puede hacer que la piel de sus pezones se seque, se irrite y se agriete. Si tiene grietas en la piel, que pueden ser dolorosas, use una crema más densa que contenga lanolina para humectar más.

Cambios en su bebé
Su bebé aún está creciendo y moviéndose, pero ahora tiene menos espacio en su útero. Debido a esto, puede que no sienta las patadas y los movimientos tanto como durante el segundo trimestre. Durante esta última etapa de su embarazo, su bebé continúa creciendo. Aún antes de nacer, su bebé podrá abrir y cerrar sus ojos, y hasta puede que se chupe el dedo. A medida que su cuerpo comienza a prepararse para el nacimiento, su bebé comenzará a colocarse en su posición de parto. Puede que note que su bebé “cae” o se mueve más abajo en su abdomen. Esto puede reducir la presión sobre sus pulmones y su caja torácica, facilitando su respiración y haciendo que no se quede sin aire tan rápidamente. Al acercarse a su fecha de parto, el cuello de su útero se torna más delgado y más blando (lo que se denomina “borramiento”). Esto es un proceso normal y natural que ayuda a que el canal de parto (vagina) se abra durante el proceso de parto. Su médico puede controlar su avance mediante un examen vaginal. Además, las visitas a su médico pueden ser más frecuentes durante el mes anterior al parto. El bebé promedio tiene entre 20 y 22 pulgadas de longitud y pesa aproximadamente 7 libras y media al nacer, pero cualquier peso entre 5 libras con 11 onzas y media, y 8 libras con 5 onzas y tres cuartos, es un peso sano para los recién nacidos.

Atención prenatal
Visitas y exámenes

Asegúrese de continuar visitando a su médico, y pídale que conteste sus preguntas y aborde sus inquietudes en cuanto a los trabajos de parto y el parto mismo. A medida que se acerque el nacimiento de su bebé, usted y su médico hablarán sobre qué tipo de parto desea tener. Algunas mujeres necesitan una cesárea, en la que se hace una incisión quirúrgica en el abdomen y el útero para sacar al bebé. Si puede planificar un parto vaginal no quirúrgico, puede que quiera tener a su bebé en forma natural, sin medicamentos, y puede que desee tomar una clase de parto. Muchas mujeres consideran muy útiles las clases de parto, aunque ya hayan tenido un bebé anteriormente. Además, las mujeres también traen a su pareja o a una amiga o pariente a estas clases, especialmente si esta persona estará con ellas para brindarles apoyo y ayuda durante el nacimiento de su bebé.

La inducción de los trabajos de parto
¿Sabía que sólo el cinco por ciento de los bebés nace en la fecha aproximada de parto? Si su fecha aproximada de parto ha pasado, esto es normal y no significa que haya un problema. En algunos embarazos, sin embargo, puede que el médico esté preocupado sobre la salud del bebé o la suya, y sea necesario inducir los trabajos de parto. Inducir los trabajos de parto significa que su médico, por medios artificiales, hará que comiencen sus trabajos de parto. La mayor parte de los médicos espera una o dos semanas después de la fecha estimativa de parto antes de considerar la inducción. Entre las razones por las que una mujer puede necesitar que sus trabajos de parto sean inducidos se encuentran las siguientes:

Puede que una mujer padezca una enfermedad crónica como la hipertensión arterial o la diabetes que pone en peligro la salud del bebé.

Puede que el bebé no esté creciendo bien dentro del útero. A veces, el útero puede tornarse insalubre para el bebé.

Puede que las membranas que rodean al feto se rompan (rompimiento de la bolsa) sin que la mujer comience naturalmente los trabajos de parto en un tiempo razonable.

Los trabajos de parto pueden inducirse durante un examen vaginal. Su médico puede romper las membranas que rodean al feto o insertar un gel o un supositorio que contiene una hormona que estimula las contracciones. Se puede administrar un medicamento llamado Pitocin por vía intravenosa (puesto en su cuerpo por medio de una vena en su brazo o mano) para iniciar las contracciones.

La decisión de amamantar o utilizar el biberón
Si no ha pensado acerca de si amamantará a su bebé o lo alimentará con un biberón, este es el momento para aprender más acerca de ambas opciones, y tomar la decisión sobre qué planea hacer. La lactancia tiene muchas más ventajas para su salud y la de su bebé que la fórmula. Hable de la lactancia con su médico o con un pediatra, y luego tome una decisión que sea buena para usted. Haga clic aquí para aprender más acerca de los beneficios de la lactancia, de cómo hacer que ésta le sea beneficiosa, y para leer consejos sobre la lactancia luego de su regreso al trabajo.

Cuándo debe llamar a su médico
Antes de su fecha de parto, asegúrese de preguntarle a su médico cómo puede ponerse en contacto con él si comienzan sus trabajos de parto. También es útil conocer por adelantado el hospital o la maternidad, saber dónde debe estacionar y dónde hacer la admisión. Sepa que a veces puede creer que tiene trabajos de parto pero no tenerlos (llamados trabajos de parto falsos). Esto le pasa a muchas mujeres, por lo que no debe sentirse avergonzada si va al hospital segura de que tiene trabajos de parto, ¡y la envían de regreso a su casa! Siempre es mejor que la vea un médico lo antes posible después de que comiencen los trabajos de parto. Aquí están las señales de los trabajos de parto verdaderos:

Señales de los trabajos de parto

Contracciones, a intervalos regulares y decrecientes, que aumentan en intensidad.
Dolor en la parte inferior de la espalda que no desaparece. Puede que también tenga sensaciones premenstruales y retortijones.

Se rompe su bolsa (puede ser un gran chorro o un goteo continuo) y tiene contracciones.

Secreciones mucosas con sangre (parduzcas o teñidas de sangre). Este es el tapón mucoso que obstruye el cuello del útero. Los trabajos de parto pueden suceder en cualquier momento, o días más tarde.

El cuello de su útero se está dilatando (abriendo) y tornándose más delgado y blando (también denominado borramiento). Durante el examen pélvico, su médico podrá decirle si esto está sucediendo.


Cómo cuidarse a sí misma
Asegúrese de continuar con los comportamientos saludables que aprendió durante su primer trimestre. Muchas mujeres embarazadas se sienten muy bien durante su último trimestre y tienen mucha energía. Sin embargo, puede que su energía disminuya al entrar en su noveno mes, y que usted comience a aminorar el paso. Esto es completamente normal. Es importante descansar lo suficiente en este momento, aunque puede resultarle difícil dormir a medida que crece en tamaño. Puede que los movimientos de estiramiento de su bebé, el tener que orinar más a menudo y un aumento en el metabolismo de su cuerpo interrumpan o perturben su sueño. Además, si tiene calambres en las piernas, esto también puede afectar su sueño.

Puede que duerma mejor si intenta evitar consumir grandes comidas en las tres horas antes de irse a dormir. También puede intentar hacer un ejercicio tranquilo como caminar, que puede ayudar a aliviar el estrés y mejorar el sueño. Evite las siestas largas durante el día. Si no puede dormir porque está nerviosa porque va a ser madre o por los trabajos de parto y el parto mismo, intente hablar con su pareja o con amigas que hayan pasado por lo mismo. También puede hablar con su médico o su enfermera.

Aumento de peso
Las mujeres embarazadas aumentan de peso a distinto ritmo, pero en promedio es normal aumentar aproximadamente una libra por semana, o alrededor de tres o cuatro libras por mes, durante el tercer trimestre. Al final de su embarazo deberá haber aumentado, en promedio, entre 25 y 30 libras. Aproximadamente 7 libras y media de ese peso corresponden al bebé.